Opinión

EL RETORNO A ITHACA: BENZION NETANYAHU

Ithaca está situada al Norte del estado de Nueva York. Ya casi lindando con la frontera de Canadá. Desde una de sus colinas se vislumbra, en días claros, los rascacielos de la vecina Toronto, sus lagos y la espléndida llanura que la bordea. Ithaca es básicamente una ciudad académica: vive en torno a su Universidad (Cornell University), de sus quince mil estudiantes y de unos mil quinientos profesores. Forma parte del prestigioso grupo de universidades privadas que se extienden desde la ciudad de Filadelfia (University of Pennsylvania) hasta Nueva York (Columbia University), New Haven (Yale), Providence (Brown), Boston (Harvard). Cornell es la más alejada de la costa Atlántica. Su clima es nefasto: nevadas intensas, cielos grises, sin apenas sol, largas invernadas, lluvias heladas en la primavera. Y tal vez este clima tan desabrido, su aislamiento y lejanía, promuevan el trabajo académico, la concentración y la diaria rutina que conlleva la vida escolar.


Llegué en dos ocasiones a Ithaca: una desde la gran llanura del estado de Illinois, Urbana-Champaign, sede de la Universidad de Illinois; la otra desde Providence, a unas ocho horas en automóvil de Ithaca. La primera vez como candidato a un puesto en el Departamento de Lenguas Romances; la segunda como ponente, en 2005, con ocasión del congreso que celebraba el centenario de la publicación de la Primera Parte de Don Quijote (1605). La primera vez, ya en pleno otoño, frío y sombrío, me sorprendieron los afilados carámbanos colgando sobre el saliente del motel donde me alejaba, y el tambaleante puente de madera, sobre una profunda garganta, en cuyo fondo se retorcía un diminuto arroyuelo de plateadas aguas. Se conocía por el lugar de los suicidios. Un promedio de cinco estudiantes, llegada la primavera, y agobiados por la presión académica, se lanzaban al vacío. La administración tomó drásticas medidas: dos largas semanas de vacaciones durante el penoso semestre de primavera. La mortalidad se redujo a menos de la mitad.


Cornell University es reconocida internacionalmente. Acoge a un estudiantado muy selecto y a prestigiosos catedráticos en variadas áreas del conocimiento. Hizo historia el prestigioso astrónomo Carl Sagan quien, en una popular serie de televisión, mostró con sabia erudición, los misterios del origen del cosmos. La hizo el novelista ruso Vladimir Nobakov con su famosa novela Lolita, escrita en un ágil y fluido inglés. Pasó años como profesor de Ruso y de Literatura europea en Cornell. Coincidiría con Mike Abrams. Su libro, The Mirror and the Lamp (El espejo y la lámpara) revolucionó el concepto del movimiento romántico europeo. No como una representación mimética de la realidad, a modo de espejo, sino más bien a modo de lámpara interior cuya luz ilumina y da voz al mundo interior del escritor. Rebosa erudición y referencias textuales.


Y por la aislada Íthaca también rumiaría el recién desaparecido Benzion Netanyahu, padre del actual primer ministro israelí. En Ithaca iría hilando su historia sobre Los orígenes de la Inquisición en la España del siglo XV, y sus estudios sobre la historia de los judíos (los marranos). Especializado en Historia Medieval Sefardí, en los judíos conversos, rebatió varias tesis, muy arraigadas en la historiografía de la época. Una de ellas: los judíos no fueron perseguidos por practicar en secreto su religión una vez convertidos oficialmente al Catolicismo. Por el contrario, Benzion probó la buena disposición en convertirse y abrazar con entusiasmo la nueva fe. Pretendía rebatir el consenso histórico sobre los motivos del antijudaísmo en la España Medieval al defender que fueron las clases populares quienes alentaron la institución de la Inquisición. Es decir, Benzion defendía que los marranos se convirtieron al cristianismo para tratar de integrarse en la sociedad católica (y no por obligación), y que luego fueron perseguidos por motivos étnicos, no religiosos.


Asimismo negaba que los conversos (en mente la bella judería de Ribadavia) llevasen una doble vida dentro de sus hogares y aparentaran ser cristianos en la esfera pública. Fueron perseguidos, y algunos perecieron en la hoguera, opina Benzion, porque eran considerados como una raza perversa, maligna, demoníaca. Sus éxitos en las finanzas y el apoyo por parte de los poderes monárquicos incitaron aún más la opresión popular Pero tal odio al judío ya estaba arraigado en el antiguo Egipto, mucho antes que en el Cristiandad. Fruto de tales disquisiciones son su Historia mundial del pueblo judaico y la Enciclopedia judaica.


Tal vez la no lejana historia del Holocausto, y el odio visceral a la raza judía, que tuvo como sanguinaria aniquilación el Holocausto de Hitler, haya influido en la percepción histórica de Netanyahu sobre el judaísmo en la España medieval y renacentista. Ese visceral temor a ser de nuevo exterminados se cree que determina la política de Bibi, el actual presidente de Israel. Se cumple una vez más la metáfora del eterno retorno: Ithaca es también, en la Odisea de Homero, y en Benzion Netanyahu, el lugar (físico, intelectual, moral) a donde uno siempre vuelve: la imborrable memoria del pasado.


(Parada de Sil)

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