Es muy socorrida la búsqueda del enemigo externo y, en ocasiones, da buenos resultados. En algún texto leí que Estados Unidos se abona siempre a este tipo de excusas, alimentando así un sentimiento patrio, por otra parte habitualmente ya inflamado. Se basa en extender la sospecha de que alguien vive al acecho, que en cada alero del tejado se apostan francotiradores que abrirán fuego indiscriminado. La necesidad de que la población tenga la percepción de que puede ser atacada justifica cualquier rearme. La Historia de Estados Unidos está jalonada de enemigos externos. Eso le ha permitido protagonizar más de una acción, incluso algún ataque "preventivo". Margaret Tatcher, primera ministra británica cuando la Guerra de las Malvinas, dijo: "Tuvimos que luchar contra el enemigo externo en las Malvinas, pero siempre tenemos que estar atentos al enemigo interno, que es mucho más difícil de combatir y más peligroso para la libertad".
Los alcaldes de la provincia, o buena parte, para no ser excesivamente superficiales, enseñan el zurrón cargado de proyectos en campaña electoral. El equipaje mengua nada más tomar posesión. La ilusión del primer día decae como la pasión en la rutina. La incapacidad de gestionar como debieran sus haciendas les lleva a buscar excusas. Y es ahí donde aparece el enemigo externo. La culpa es de los funcionarios, del presupuesto, de la escasa capacidad de invertir, de la discriminación de las demás administraciones...
Llega la campaña de las municipales y les reto a que pongan un palote en un papel por cada vez que oigan que "el concello es la administración más próxima al ciudadano". Verán cuántos. Los concellos tienen muchas competencias y pocos medios. Sin duda. Pero, claro, deben ser capaces de ser el motor de arranque de su sociedad, identificar sus fortalezas, tutelas las ilusiones y los proyectos. Las cifras provinciales terquean en el rojo y la cosa no está fácil. Las corporaciones tienen dos opciones: tomarse en serio su papel o hacer como Thelma y Louise: ver el precipicio en el Gran Cañón y pisar gas a fondo.
