Opinión

Oda á economía doméstica

Cuando uno pasea por viejas ciudades o pueblos de Europa, uno se deleita y se maravilla de la organización que antaño existía en aquellas localidades. Así, todavía hoy en Toledo, en Orense, incluso en Madrid, leemos nombres de calles como Carpinteros, Zapaterías, Libreros, Tintoreros, etc. Y uno se imagina pequeños talleres en los que trabajaban dos o tres personas (posiblemente un maestro, un oficial y un aprendiz) en el mantenimiento de sus propias familias y la formación de un oficio que iba transmitiéndose a las generaciones más jóvenes (después, el aprendiz devenía oficial y, finalmente, se lo reconocía maestro, con los años y la experiencia).

Barberos célebres, como para protagonizar una ópera; zapateros prodigios, como para hacer soñar a un niño; sastres valientes...; carpinteros capaces de dar vida a un muñeco de madera de pino...; cocineros para hacer más felices y más redondas nuestras panzas...; tintoreros, que rejuvenecen la ropa... Y, hoy en día, mecánicos que, como el médico al enfermo, recuperan la salud de desvencijados automóviles para transportar en ellos cuanto sea preciso.


Hay personas con valores «ocultos» que, con una pequeña posibilidad, pondrían los mismos al servicio de la sociedad. Un taller de carpintería resuelve el problema de las mesas o de las sillas, pero también el de subsistencia de una o dos familias y el de formación de jóvenes. Igualmente una peluquería. Y más aún un taller de reparaciones mecánicas (si se me permite el ejemplo personal, yo trabajé en uno de ellos, siendo muchacho). Queremos hablar de pequeños centros de trabajo atendidos familiarmente, resolviendo el problema económico de la familia, formando profesionales en las distintas ramas y prestando un servicio a la sociedad a un coste muy económico y de una forma muy práctica..."


O que acaba de ler, benquerido lector -como seguro xa deu por suposto-, non foi escrito por min senón por Eduardo Barreiros nunha carta que lle enviou a Fidel Castro o 6 de maio de 1991, que na súa lectura completa -que pode conseguir na web da Fundación- constitúe unha auténtica oda á economía doméstica e un manual de base dos principios nos que se sustenta iso que agora se ten dado en chamar, con postmoderno engolamento, "emprendedurismo", no que os economistas cren que se han de se asentar as bases da nova economía.


Constitúe todo iso. Pero, lida no seu conxunto constitúe, así mesmo, unha moción á totalidade dos principios fundamentais da economía do castrismo. Unha moción que só podía ter sido feita -sen ningunha dúbida- por un ourensán tan audaz como Eduardo Barreiros.
"...He llegado a la conclusión, por tanto, de que si el Gobierno permitiese a los cubanos desarrollar esta serie de pequeños negocios o activiades que la población necesita, ello significaría un acierto tremendo..."
¿Como estaría Cuba, hoxe, se Fidel lle fixera caso daquela? Evidentemente, deixo para vostede a resposta...

Te puede interesar