Opinión

Realidade e ficción

El fotógrafo animó a los novios recién casados a que se acercaran hasta la orilla del pantano, un poco más allá de las bañeras romanas termales. En invierno el agua del embalse solía cubrir las termas, pero como en otoño no había llovido demasiado, el nivel del agua dejaba a la vista parte de las ruinas y una orilla arenosa más propia de una playa que de un río. (...)


Los baños volvían a estar de moda y eran un reclamo turístico tanto a orillas del Miño (...), como en este embalse, el de As Conchas, en el río Limia.


Los novios obedecieron, aunque no se les notaba del todo colaborativos, algo a lo que el fotógrafo ya estaba acostumbrado (...) Para lograrlo solía tirar del repertorio habitual (...)
- A ver, marido, mira qué velero más estupendo hay allí al fondo.


Los dos sonrieron siguiendo la pantomima, hasta que a la novia se le torció el gesto.
- ¿Qué es eso que está flotando? -Señaló hacia la maleza que había a uno cien metros de distancia en la orilla-. ¿Es una balsa?
- ¿Donde?
- Allí.
El marido forzó un poco la vista y enseguida entendió el gesto horrorizado de su recién estrenada esposa.
- Es un cuerpo... desnudo... y...
- ¿Está muerto? -preguntó el marido horrorizado-.
- Muerta. Es una mujer. No muy mayor -confirmó el fotógrafo- Será mejor que llamemos a la Guardia Civil (...)”
O que acaba de ler -benquerido lector- non é meu, senón algúns dos primeiros parágrafos do libro do meu veciño de Celanova, Carlos Montero, "El de-sorden que dejas", co que recibiu este mesmo ano o prestixioso premio "Primavera de Novela".
Lembrei nantronte estas liñas cando, lendo o xornal, atopei o titular seguinte: "Aparece muerta una joven de 21 años en el embalse de Lindoso".
E non puiden menos ca volver a lelas cando o texto me informou de que "unas personas que paseaban por la zona, sobre las 12,30 horas se detuvieron para hacerse unas fotografías en el conocido Ponte da Malleta, en donde vieron despositadas una chaqueta, un móvil y varias monedas, y al asomarse descubrieron el cuerpo de la mujer flotando en el embalse".
É certo que é moi socorrida esa cantinela de que con frecuencia a realidade supera á ficción. Como tamén é ben certo que a miúdo a literatura bebe da realidade para mellorar a ficción.
Ora ben, cando a literatura -como acontece neste caso- se adianta dun xeito tan literal á realidade, a verdade é que sorprende. Como me sorprendín eu cando o lin. E como o propio Carlos exclamou un abraiado “¡¡coño!!”, cando de contado llo fixen saber.

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