Opinión

GULA INFORMATIVA

Hemos pasado de consumir la información como espectáculo a deglutirla compulsivamente. Al principio de esta evolución de hábitos, fue el entretenimiento. Ahora hemos incurrido en la obsesión. Y no sé qué es peor.


Porque el entretenimiento lleva pareja la banalidad, el bajar el listón, el contaminar a la información de ciertos contenidos mestizos que en principio no deberían ir destinados allí, de acuerdo. Pero el consumo compulsivo de la actualidad conlleva un estrés que desgasta. Sobre todo al profesional que lo genera. Diríamos de forma resumida y caricaturizada que el entretenimiento serena y relaja mientras que mantener el pulso informativo por los siglos de los siglos, altera.


La información en tiempo real, la actualización de los contenidos informativos en las ediciones digitales de todos los medios de comunicación, sean las cabeceras de la prensa, pero también de las radios y las televisiones, están pervirtiendo la esencia misma de la información, desde el momento que la propia dinámica hace estallar los criterios de relevancia. Se da por supuesto que hay que darlo. Pero es que encima hay que ser el primero en darlo. No hay que esperar a que acabe, a que se consume, a que se corrobore o a que se contraste.

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