Esto es como si las empresas que hacemos televisiones nos dedicásemos a hacer pan. Y en esas que la empresa pública montase una panadería enorme, y encima vendiese el pan a mitad de precio que nosotros'. Con este símil explicaba César González, el director de informativos de La Sexta desde sus fundación lo que piensa acerca de que la televisión pública tuviese publicidad hasta el pasado diciembre. Con el pan no se juega. Y la televisión, vista como fábrica, es el pan de los trabajadores que de ella dependen, y punto.
Pero, claro, teniendo en cuenta que la conferencia de González tenía lugar en un curso titulado ?La responsabilidad social de la información: los medios de comunicación del siglo XXI?, parece que faltaba alguna variable, que el ponente trató de compensar hablando de oficio, de pasión y vocación por contar las cosas a un público joven y urbanita de amplio espectro, sin que la edad ni la residencia en zona rural o urbana fuesen condicionantes.
Días pasados, a la llamada de Antonio San José, cuya cumbre universitaria en El Escorial ya se ha convertido en un referente, responsables de las cuatro grandes cadenas privadas anunciaron sus pautas para la próxima temporada, dejando muy claro hasta qué punto sus televisiones son contenedores de publicidad y cómo sus clientes son los anunciantes, no los espectadores.
Y digo bien privadas, puesto que los altos mandos de la televisión pública, sorprendentemente, no acudieron a la cita.
