Opinión

Una copa reivindicativa

Borrachera de optimismo y empujón brusco hacia la ilusión en un club demasiado masacrado por las miserias y la incertidumbre durante toda la temporada. La plantilla del Ourense sacó pecho una vez más para ratificarse como el primer equipo capaz de generar más recursos que sus gestores. Insistieron, pancarta en mano, en un divorcio ya irreconciliable para después inscribir su nombre en la historia del deporte ourensano. Durante 90 minutos fueron el bálsamo inmejorable para cualquier penuria propia o ajena que en tiempos como estos sacuden sin distinción. El deporte mostró la cara por la que debe valorárselo. Es un camino sin competencia hacia la alegría y la ilusión en momentos donde esa aportación no tiene precio. Ayer Ourense fue un poco más feliz. Hoy Ourense sonríe un poco más.

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