Opinión

Para pensar, para actuar

Decenas, tal vez cientos de jeringuillas usadas por toxicómanos, aparecen en las fotos que ilustran las primeras páginas de este periódico. Detrás de cada una, un drama. Lugares sórdidos en los que muchos ourensanos esconden su dependencia. Si no los ves, crees que no existen. Al menos eso cree la mayoría de la sociedad, pero no quienes sufren esa dependencia, sus familiares o sus cuidadores. Además, el colmo. Espacios públicos abandonados por la desidia de la Administración se convierten en aliviaderos del síndrome de abstinencia. Es el caso de la vieja cárcel de Progreso, que ya no solo amenaza ruina sino que permite que muchos drogodependientes arruinen allí su vida. Hoy la información será un aldabonazo para las conciencias, tal vez se limpien las zonas, se pensará en la situación de los toxicómanos y luego, hasta la próxima.

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