Opinión

¡Ave Ourense! ¡Los que van emigrar te saludan!

Érase una ciudad -o lo que quedaba de ella- que estrenaba la llegada de un tren muy rápido del cual hacía muchos, pero muchos años, que se esperaba su llegada. Los más ancianos del lugar recuerdan cómo los políticos de su ciudad pelearon noche y día durante décadas por tal evento. Eso sí, llegó a una estación sin construir, del siglo XIX, por aquello de conservar el pedigrí histórico cara el resto del imperio. Y llegó sin encaje urbanístico de tal estación y de todo su entorno, porque redactar y aprobar un plan general para ello suponía un esfuerzo de tal calibre para los anteriores y actuales concejales que ellos solos se veían impotentes para llevar a cabo tamaña empresa. Pero llegó, a fin de cuentas, y ahora veíamos pasar a los viajeros con destino a otras ciudades más rápido de lo normal, por lo que no nos daba ni tiempo a apreciar cómo nos decían adiós con la mano a los lugareños que aquí resistimos contra todo pronóstico.

Qué tiempos aquellos en los que aún bajaban visitantes del tren para disfrutar de las increíbles y paradisíacas termas que aquí tenemos. ¡Y ya no digamos nada del sinfín de actuaciones y eventos culturales y escénicos de primer nivel que nos sitúan en la “Champions Leage” del mundo mundial! Y de la descomunal movilidad laboral que nos trae todas las semanas los miles de trabajadores que vienen de todas las provincias limítrofes a hacer prosperar los sectores económicos más relevantes de todo el noroeste peninsular. Y no digamos de los miles y miles de jóvenes que acuden en masa -madrileños sobre todo-, buscando en nuestra ciudad su primera oportunidad de empleo en un sinfín de ofertas y que representan un sin parar para las agencias de trabajo locales.

Cuántas cosas buenas traen la prosperidad y las comunicaciones. Años, décadas esperando este increíble momento en el que el primer tren nos ha traído ya a un primer ramillete de políticos multicolores. Y los paisanos, en muestra de su notable gozo, los reciben con algarabía, entusiastas aplausos y bombas de palenque. Se lo merecen después de emplear miles de millones de euros del dinero público de nuestros impuestos, claro que se lo merecen.

Pero me nubla todo este bienestar una duda... y cuando llegue el primer turista en el AVE, ¿qué le enseñamos primero? ¿Los contenedores de basura apiñados en la puerta principal de nuestra majestuosa catedral o el diseño vanguardista con todo lujo de detalles de nuestras famosas mundialmente termas locales? ¿Y los alojamos ya en el lujoso hotel termal de cinco estrellas construido hace años en el viejo edificio de la cárcel, o los derivamos a la ciudad de Vigo para que de paso admiren su grandioso alumbrado de Navidad?v Es que hay que ser agradecidos, y ya que el alcalde de la ciudad de Vigo nos ha derivado turistas -ya que en Vigo no hay ni una sola plaza hotelera libre-, pues es lógico que ahora, ante tal avalancha prevista de visitantes, pues le devolvamos el bonito gesto.

Bueno, pues mientras acontece todo esto, los ourensanos y ourensanas vamos a aprovechar que solo nos lleva dos horas y cuarto el llegar a la capital del reino, Madrid, y nos vamos de compras a sus centros comerciales, que no va ser todo peregrinar los fines de semana al centro comercial Vialia, que ahora Madrid está a tiro de piedra.

En fin, me encanta que la ciudad esté totalmente preparada en todos los aspectos para recibir a los primeros viajeros. Señores políticos locales, gracias por su descomunal esfuerzo para ello, se han ganado, y bien, los cinco mil eurazos -y demás privilegios del cargo público- que cobran de nuestros siempre insuficientes impuestos.

¡Ah! Y voy a solicitar jubilarme a los 90 años -tal como quiere Escrivá- para poder seguir pagándolos, y así ustedes sigan cobrando por su manifiesta productividad. Qué hermoso es ser libre de pensamiento y obra, y ¡qué bien sienta!

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