Opinión

La lealtad es con los ideales

Las personas estamos todas de paso, pero los ideales perviven. Y mis ideales están identificados en un alto porcentaje con la formación política a la que pertenezco. No creo en el pensamiento único, ni lo practico, ni rindo pleitesía a nadie, y cuando me preguntan ¿y tú de quién eres? mi respuesta es cristalina: de Nicolás y Aurora (mis padres) y del Partido Popular. Partido que lo componemos cientos de miles de hombres y mujeres, militantes o simpatizantes, a lo largo y ancho de este país aún llamado España, mal que les pese a algunos. Formación política donde la familia representa la unidad y los valores que constituyen nuestra columna vertebral y nuestra razón de ser. Donde ideologías conservadoras, liberales y de centro tienen la suficiente flexibilidad para converger, encontrarse y defender un mismo proyecto común. Y ahora toca luchar por estos ideales, con todas nuestras fuerzas y con todo nuestro coraje. 

Aunque primero toca limpiar y erradicar a todos aquellos parásitos que han intentado destruir la ilusión de millones de españoles que confiaron con su voto en un programa y en un proyecto de país. Donde se debe pedir un perdón sincero para acto seguido enmendar los errores cometidos. Donde nuestros principios y valores y propuestas deben ser transmitidos, explicados y argumentados con claridad y cercanía, porque creemos firmemente que son positivos para mejorar la calidad de vida de la sociedad en la que vivimos y que contribuyen a solucionar los problemas de los ciudadanos. Pero para ello debemos sufrir una catarsis, no hay otra opción válida para recuperar la confianza y credibilidad que unos pocos han dilapidado, lo cual nunca se debió consentir, perjudicando notoriamente a todos aquellos que trabajan honestamente en la defensa de sus ideales e ideología.

Para los que creemos y defendemos la regeneración democrática en partidos e instituciones, lo que está aconteciendo debe reforzar nuestros ideales, principios y valores. Es el camino de la credibilidad y el esfuerzo lo que nos debe llevar a una sociedad más igualitaria, más justa, y ¿por qué no? más comprometida. Quiero trasladar un mensaje de confianza en que esta sociedad sí tiene futuro, por encima de imputados, de corruptos, de corruptelas y de sus miserias personales. Pero para ello los simples y humildes militantes de base no debemos bajar los brazos, no debemos permitir bajo ningún concepto que nadie avergüence y mancille el buen nombre de nuestra formación política, no debemos tolerar que las malas prácticas de muy pocos pisen la honestidad y el esfuerzo del trabajo diario de la inmensa mayoría. Somos un partido serio, honesto y comprometido con nuestros semejantes, por esto mismo la limpieza de los corruptos y palmeros de turno debe llegar hasta el último municipio de este país en la búsqueda de la ejemplaridad absoluta que nos devuelva la confianza e ilusión. Ese es el reto que todos y todas debemos afrontar y realizar, y para ello no se debe rehabilitar, sino reconstruir desde los cimientos un nuevo proyecto forjado en los ideales que nos unen. Esta debe ser la fuerza que marque la senda de nuestro futuro.

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