Opinión

Solo hay un camino: elecciones generales

En estos días podía pasar de todo y pasó. Y con un principal responsable de haber llegado a esta esperpéntica situación: Mariano Rajoy. Las siguientes frases corresponden a mi columna de opinión el día 5 de febrero del 2016 en este mismo periódico:

"Si a este país lo pueden llegar a gobernar nacionalistas-separatistas y marxistas-leninistas tendrá un responsable con nombre y apellidos, Mariano Rajoy, y una formación política como cómplice necesario, el Partido Popular. Uno y otro han tenido en los últimos cuatro años un nivel de poder (en ayuntamientos, diputaciones, gobiernos autonómicos y en el Gobierno central), sin precedentes. Un poder absoluto dilapidado por la soberbia, presunta corrupción de unos cuantos, falta de diálogo y prepotencia, a lo que se le podría añadir una clamorosa falta de respuesta a los problemas reales y diarios de millones de familias españolas, a las cuales la crueldad y duración de esta brutal crisis ha mermado más que considerablemente su calidad de vida, por ser suaves."

Este españolito de a pie que escribe advertía ya hace dos años de lo que hoy ha sucedido. Una moción de censura siempre escenifica el fracaso absoluto de la política y los políticos, de unos y de otros, de todos. La gravedad del momento (desafíos separatistas incluidos), la brutal inestabilidad política y la falta de credibilidad y confianza en las instituciones y quienes las representan -que pueden laminar de un plumazo el tremendo esfuerzo de familias, autónomos y pymes por remontar económicamente-, solo tiene un camino: dar voz a través de una convocatoria de elecciones generales lo antes posible a los 47 millones de españoles que aquí vivimos, no hay otra.

Lo vivido este jueves en el Congreso de los Diputados solo evidencia cristalinamente que el diálogo, consenso y acuerdos, por el interés de España y los españoles, son únicamente palabras diáfanas y sin contenido. Cualquier posibilidad de acuerdo entre estos señores que no sea su interés propio es una quimera y una utopía, sin más.

Nunca he justificado, ni me identifico, con las mociones de censura (ni en mi país, ni en mi ciudad, que quede bien claro), porque siempre me han parecido instrumentos que evidencian el fracaso del diálogo y se me asemejan más a un "quítate tú para ponerme yo". No, no me convencen, por ello mismo cuando se llega a una situación como la actual, dar voz al pueblo español a través de las urnas consideró que es la mejor salida. Pase lo que pase y sea el resultado que sea, y eso es democracia, sin subterfugios, ni atajos políticos opacos. 

¿Y qué escenario político nos queda ahora? Pues aunque la política y los políticos cambian de criterio y posicionamientos en apenas unas décimas de segundo, la foto del momento nos deja a un PP al borde del abismo electoral y recordando que este partido, sin poder institucional, es como un Titanic minutos después de chocar contra el iceberg. Todo ello con un señor Rajoy que no ha sabido irse a tiempo, que ha sido víctima de acumular los problemas y de mirar hacia otro lado demasiadas veces y con sus centenares de cargos orgánicos y públicos practicando un ejercicio de palmerismo elevado al cubo. Así, y con esta actitud, que algunos quieren hacernos creer que es lealtad, han permitido hundir a todo un partido que hace escasos años tenía en sus manos la práctica totalidad del poder político de este país. ¿Y qué más tenemos? Pues un Podemos aburgesado, que ha perdido su tirón mediático social entre los que peor lo han pasado en esta crisis y que se presupone que en su momento fueron quienes más apoyo electoral le dieron, y sin un discurso creíble que intenta parchearlo con una escenificación teatral patética. Y un PSOE aferrado a su último clavo ardiendo, desubicado políticamente y que aún no se encuentra cómodo porque ni tiene un discurso sólido, ni un líder carismático,simplemente un equilibrista más. En definitiva, este país se ha instalado en un escenario político complejo que va a afectarnos de una forma directa a los españoles, e intuyo que no para bien. 

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