Opinión

La ambición y los sueños

Para Iago Dávila existe una gran diferencia entre perseguir ambiciones y cumplir sueños. Lo primero está más vinculado a lo que te mereces, y, lo segundo, a aquello a lo que aspiras. Lo primero se cimienta sobre una fórmula de tanto invierto, tanto obtengo. Lo segundo se construye sobre el valor de la victoria diaria.

Con ambos conceptos jugó el COB a lo largo de la temporada. Por cuanto el primero se nutre de un trabajo meticuloso y el segundo de unos resultados positivos que llevaron a ilusionarse, quiza en demasía, a una afición ansiosa de recuperar viejos valores. Puedo empatizar con los soñadores, pero, para que esos sueños se cumplan hace falta mucho más que una ilusión: hace falta un plan. Y de esto el COB va bastante justito. Un cinco titular más o menos solvente y poco más. Quizá por eso considero que ambicionar que la situación actual, en la mitad de la tabla, o la confirmación de la permanencia, con jornadas de antelación, se confirme, se ajusta más a la realidad que a cualquier otro sueño. Es lo que hay: ahora mal, mañana bien, pasado no lo sé.

El intervalo que va del partido ante Coruña y este último ante Cantabria es el mejor ejemplo de ello. Un COB que, aunque tiene un entrenador reconocido por su habilidad en la pizarra, sus mejores momentos han venido más por su trabajo en defensa que en ataque y al que la exigencia física y mental de una LEB Oro imprevisible y más competida que nunca, nada está decidido, es evidente, que le está pasando factura. Y si además, como fue el caso, es baja Turner y Kacinas, asfixiado por el esfuerzo, en el banco, con muchos minutos aún por jugarse, el juego del COB carece de sentido. Y no es de ahora los problemas de los bases para dominar a sus pares. 

No me gusta, ni suelo hacerlo, la hemeroteca está ahí, la crítica arbitral. Pero, lo comentaba con Ángel y Carlos, mis compañeros de grada, hay cosas que se ven venir y que no están nada bien. La fijación, hasta desquiciarlo, de la árbitra Paula Lema con Samu Rodriguez no pasó desapercibida y vino a prever lo que luego sucedió, técnica e inmediata quinta personal. Bien es cierto que sus compañeros Palanca e Ibáñez no estuvieron mejor. 

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