Opinión

Celebrando la explosión vernal

Como la proa de un gran trasatlántico o paquebote o crucero, como ahora se dice, nos hallamos frente al amplísimo embalse de Castrelo, cual galaica ría, en un vernal o primaveral día, que por lo aun moderado de la temperatura, podría ser así calificado. Estamos en la casa de Andrés López, que fue cofundador, con Franqueira, de Coren, en cuyos terrenos se construyeron los primeros gallineros, siendo el germen de la cooperativa, coterráneo por otra parte de  él, llamado entre cooperativistas el Conde de Ramiranes, por heredero de un tatarabuelo que por establecerse en esta barriada de Sampaio con singular casa, así llamado por proceder de Ramiranes o Ramirás, un hombre extravertido, muy popular por aquellas tierras de Castrelo do Miño, donde casa familiar agrandó y cuya heredera Marily, honor hace a tan eximio padre, que también vio con simpatía la revuelta de los que por allí ubérrimos viñedos y feraces huertas tenían, contra Fenosa. Fue un movimiento en el que se quemarían en parte casas del poblado de Fenosa, casi al pie de presa, en Santa Cristina en una explosión de ira popular al ver cómo iban a desaparecer las tierras heredadas y los precios de la expropiación no compensaban lo que aquellas vegas producían. Marily, que no hay sitio en el que desembarque que no suscite las simpatías del entorno, estuvo acompañada de su hija Myriam, funcionaria matutina y activa empresaria vespertina, y de su amiga Isabel, que ejercerían como maestres sala.

Marily que tiene más amigos que los que puedan aparecer en páginas periodísticas de expropiados, quiere celebrar con sus elegidos la primavera, que mejor estación no hubiere, porque si en el estío, esta sartén de Galicia que es O Ribeiro se haría incómoda, o no por lo atemperado de las brisas que por allá soplan, para sus invitados que por treintena se contaron, y más hubiere si freno a ello su hija no pusiere.

Voy a hacer algo de crónica social de entre esa veintena, no las conté porque podría faltar alguna:  Marisa Amor, pariente por otra parte del que escribe; Marisa Vázquez con Tito López Armada, que algunas raices por allá y Maceda; Paz, viajera como pocas; Pitita, Juli Mari Montes, Tita Guede, la prima ribadaviense Maricarmen López, Maruja Valencia que me recordó a su hermano Augusto, un gentleman de la cultura orensana, vecino de Jaime Quesada allá en los altos de Paradela, que dominan la embocadura del Miño en la ciudad, del que amigo y marchante. A Augusto aún se le recuerda con esa planta, sombrero  y señorío que exhibía en los culturales círculos y como referente de la izquierda; también rememoramos con Ana Suárez y su hermana Mucha los tiempos dorados de los carballiñenses veranos por los chalets del Parque; Maribel Fdez., Rosa Pedrera, Pauli Corcobado, Mª Jesús Espinosa, Ana Alonso, Mª Jesus Peña, podrían cerrar este círculo social de una panda de partida de cartas, tertulias, cine … , de las que pocas se conocen que tanta actividad desplieguen como este tan variopinto grupo de casadas, separadas, viudas o solteras, muchas de ellas que se apuntan a esa trashumancia viajera y cultural de aquí para allá. Tiempo era de que las mujeres se liberasen de eternos lutos, de los prejuicios de una soltería, deseada o no, o casadas, en el reverso de aquello de “la mujer en casa y la pata quebrada”. Larga existencia a estas animosísimas que no precisan de ningún apelativo ni muleta marital para desarrollar una intensa vida social, en una panda en la que no se vislumbra ni mandona ni gobernanta, pero sí algún faro, que funciona, y utilizan la vida como si fieles seguidoras del carpe diem horaciano ( aprovéchate del día) o de aquello que la bossa brasileira canta: "A cousa mais divinha que hai no mundo é viver cada segundo como nunca mais…".

Pocos hombres pensamos que iba a sumarse, pero sí  en este caso el primo de Marilín, Juan Alberte que apareció y desapareció, en breve saludo, desde su residencia vivariense hasta su natal Castrelo, y unos cuantos cuando nos encontrábamos un hermano y yo en medio de tanta feminidad con Tito López Armada, que de familias entre Castrelo y Maceda; con Eduardo Olano, ex presidente de varias instituciones y delegado de varios ministerios o legaciones de la Xunta, amén de senador; con Javier Suances,  profesor de Arquitectura en la Facultad de A Coruña y ejerciente en el oficio, amante del Ourense de hoy y de ayer, del que recuerdo una paternal anécdota cuando el advenimiento de la democracia, en el patio principal de Caixa Ourense: su padre el general Suances iba cogido del brazo de su antaño colega en armas, el coronel Cabezas, ambos octogenarios: ya más que en la reserva, de plácida  jubilación. Le dijo Suances a Cabezas con cierta sorna y aire cómico: “Carlos, esto lo arreglamos tu y yo en menos que canta un gallo”. Se refería a aquellos convulsos tiempos de precariedad democrática, cuando todavía los sables sonaban, y ellos como reparadores hijos del ancienne regiment. Y esto en voz alta para que se enterara toda la clientela de la sede de la plaza de Pontevedra.

Me viene a la memoria, al hablar con Suances, ese hermano, Ángel, con el que trabé amistad allá por el Preuniversitario, que había de hacerse por oficial en el Instituto. Ángel, Nenote en la intimidad, un amor como decían las chicas de entonces, se fue a hacer Químicas a Santiago, y cuando andaba por una segunda carrera le sobrevino una enfermedad invalidante y progresiva que le tendría encamado por unos cuantos años, incluso en el exilio madrileño del Piramidón, que era un enorme hospital curalotodo, así llamado en honra de ese tan extendido medicamento. De sus experiencias con el personal sanitario crearía una comedia plasmada en un más que librillo: "Anxo en el Piramidon, spetial center of carallo".  Dibujos, imaginativo texto y un humor impensable para quien estaba prácticamente desahuciado, se plasmaron  en este texto  en una increíble sucesión de despropósitos, podría pensarse, si entonces la pública sanidad no se tomase como a cachondeo. No obstante, el autor se confiesa diciendo que  es una solemne mentira todo lo que se cuenta y por ello en una que parecería sorprendente dedicatoria: “A la vasca del Piramidón”. Señal inequívoca de que fue tratado inmejorablemente. Un hombre, que de brillante porvenir, se truncaría en temprana edad. Permanece en el recuerdo de quienes le tratamos este Nenote Suances.

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