Opinión

El futuro no está escrito

En breve y según lo previsto, el príncipe de Asturias heredará la Corona y será proclamado rey de España por las Cortes. Es pronto para saber a dónde nos va a conducir el cambio que introduce la abdicación del rey. Don Juan Carlos ha reinado 39 años. En términos sociológicos, algo más de una generación. Quiere pues decirse que la sociedad ha cambiado. Todos los estudios de opinión reflejan un desafecto creciente hacia las instancias de poder. Empezando por la propia Monarquía y siguiendo por los partidos políticos.

La crisis, la precariedad en el empleo, los millones de personas empujadas hacia la exclusión social, han hecho fermentar estados de opinión muy críticos con todo y con casi todos. Por ese río bajan noticias de casos de corrupción, de escándalos provocados por los abusos de poder, de enriquecimientos ilícitos sin sanción moral ni sentencias judiciales disuasorias. En ese caldo de cultivo ha cristalizado la idea de que un cambio era necesario. Cambio de personas y de actitud a la hora de administrar los asuntos del común.

El rey ha dado el paso pero -frente a quienes opinan que era el momento adecuado- se levantan las dudas que nacen del calendario escogido para renunciar a la Corona. Más allá de la crisis y sus indeseables secuelas (los resultados del 25 M reflejan el descontento de muchos), por lo que tiene de complejo y potencialmente desestabilizador, el problema más grave es el órdago separatista planteado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, quien aprovechó la incertidumbre que se deriva del anuncio de la abdicación, para renovar el desafío. El príncipe reúne preparación y cualidades, pero no dispone del crédito político que aún conserva su padre. Crédito imprescindible para hacer frente al desafío de quienes, por vías ilegales, pretenden la independencia de Cataluña. Así las cosas y visto que quienes son partidarios de la República reclaman la apertura de un proceso constituyente, es por lo que me inclino a pensar que salvo desconocidas noticias relacionadas con la salud de don Juan Carlos, el resto de argumentos aducidos para renunciar a la Corona, explican pero no justifican la abdicación en un momento como éste.

Por más que el presidente del Gobierno y el todavía jefe de la oposición hayan hablado en los términos que lo han hecho, tengo para mí que se abre una etapa de incertidumbre política. Incertidumbre a la que, en función de cómo se resuelva, también va a contribuir la crisis política que aqueja al PSOE. Tal como están las cosas, sólo se puede afirmar que sabemos cómo ha empezado el proceso. Pero el futuro, no está escrito.

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