Opinión

Verano caliente en el PSdeG

Después del tropiezo que supusieron las municipales del 28-M y de los malos resultados cosechados en las generales del 23-J, este tampoco podía ser, y no será, un verano tranquilo en el seno del Pesedegá. Los socialistas gallegos están convocados para elegir a su próximo candidato a la presidencia de la Xunta en un proceso de primarias que culminará con la votación del 17 de septiembre. A un mes y pico vista, con el calendario pendiente de concretar, tampoco se sabe aún quiénes competirán por el favor de la militancia. Porque todavía nadie ha dado un paso adelante. Lo que parece garantizado es que se verán las caras al menos un representante de cada una de las dos almas que conviven dentro del partido. Habrá un aspirante oficialista, posiblemente el propio secretario general, Valentín González Formoso, o alguien que cuente con su bendición, y otro del sector crítico, probablemente el propio Gonzalo Caballero, que anda metido en un proceso de consulta con las bases que le son más afines.

Formoso lidera actualmente el PSOE gallego por haber vencido a Caballero en las primarias de 2021. El ya por entonces presidente de la Diputación de A Coruña, arropado por destacados alcaldes y altos cargos institucionales de las provincias de A Coruña y Lugo, infligió una severa y inesperada derrota al entonces secretario general, que no había salido bien parado de las elecciones autonómicas. El perdedor -que no contó en aquel trance con el apoyo explícito de Ferraz pese a su pedigrí sanchista- nunca se dio por vencido, ni se hizo a un lado. A día de hoy sigue como diputado autonómico, aunque en un papel muy secundario, pero con la intención de continuar en primera línea y tener una nueva oportunidad. A día de hoy Caballero mantiene su ascendiente sobre más o menos la mitad de un grupo parlamentario que reproduce, a su escala, la división interna del partido.  

Lo que no parece haber, al menos por ahora, es una tercera vía que pudiera evitar que las primarias de septiembre agraven la división y el enfrentamiento entre  las dos principales -que no únicas- sensibilidades que conviven en el interior del Pesedegá. Hay quien piensa que el todavía ministro José Miñones podía haber encarnado esa figura, capaz de tender puentes y restañar heridas. Pero se autodescartó a las primeras de cambio cortando de raíz las especulaciones. Su futuro está en Madrid, junto a Pedro Sánchez, en el círculo de confianza de quien impulsó su meteórica carrera política, la que le llevó en apenas dos años de la alcaldía de Ames a la mesa del Consejo de Ministros y a un escaño en el Congreso, pasando fugazmente por la Delegación del Gobierno. 

En la actual dirección del PSOE gallego trabajan con la hipótesis de que el presidente de la Xunta, que descartó hacerlas coincidir con las generales, no convocará las elecciones autonómicas antes de 2024. Seguramente serán a mediados del año que viene. Por eso Formoso y los suyos creen que están a tiempo si tienen formalizado a su candidato a finales de verano y si además eligen a un dirigente conocido. Sus principales rivales, Alfonso Rueda por el PP y Ana Pontón, por el BNG, llevan tiempo en la parrilla de salida. Y falta también por conocer a quién elegirá Sumar como presidenciable, una vez confirmado que el partido de Yolanda Díaz se presentará en Galicia con su propia marca, disputándole clientela electoral a los nacionalistas por babor y a los socialistas por estribor. Tampoco es descartable que pueda haber incluso algún competidor más intentando pescar, también, en los disputados caladeros de la izquierda.

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