Opinión

El escaso botín de Sánchez


Es muy posible que a la portavoz parlamentaria de Junts per Cataluña, Miriam Nogueras, le ocurra lo que a la presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, quien tras asegurar que no pactaría con Vox, se plegó a las órdenes de Feijóo y acabó haciéndolo. Tras reunirse con el residente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, Nogueras se mantiene en las posiciones fijadas por Carles Puigdemont en la comparecencia en la que exigió amnistía, un mediador, la legitimidad democrática del procés y que la autodeteminación supere el marco constitucional, condiciones que llevaron a un exministro socialista de la época Zapatero, Jordi Sevilla a afirmar que “oído Puigdemont, pido elecciones”. 

Puede que Nogueras no se encuentre al tanto de las negociaciones que llevan el PSOE y Junts por otro lado, o que le haya tocado hacer de “poli malo”, pero el calendario avanza y cada vez le queda menos tiempo al PSOE para intentar llegar a un acuerdo sobre una amnistía que pueda situarse dentro de los márgenes constitucionales, si eso es plausible, para que Junts retrotraiga su apoyo a la casilla de salida como si lo negociado hasta ahora no tuviera validez, cuando desde la parte socialista se afirma que se avanza de forma razonable para sus intereses de lograr sus votos para la investidura de Pedro Sánchez. Además de que necesitará un tiempo razonable para hacer pedagogía entre la ciudadanía sobre los supuestos efectos benéficos de la amnistía y para que voten sus militantes. La actitud de Nogueras puede responder también a otro de los aspectos esenciales de cualquier negociación, en la que el momento más difícil es convencer a los tuyos de la decisión adoptada y que no la hagan descarrilar. 

Con su reunión con Junts y con la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aitzpurua, Pedro Sánchez ha terminado su ronda de contactos con los portavoces parlamentarios para reunir votos para su investidura. Dos fotos de alto contenido simbólico que demuestran tanto el arrojo y la temeridad del candidato a La Moncloa, como que las críticas del PP resbalan sobre su piel, porque los casi cincuenta años de democracia han dado para ver situaciones de todo tipo, como que el PP hiciera inmensas concesiones al autogobierno de Cataluña, o reconocimientos a los herederos de ETA en peores circunstancias de las actuales.

El resultado de este proceso de contactos es que Pero Sánchez sale con los seis votos más de EH Bildu a sumar a los 121 propios, y la casi abstención de la diputada de Coalición Canaria. Un escaso botín formal, si se quiere, cuando todos los grupos parlamentarios saben que su voto favorable a Sánchez es imprescindible si no quieren ir a una repetición de las elecciones que solo beneficiarían al PP y a Vox, que tendrían muchas posibilidades de poder formar gobierno. Eso mismo es lo que ha llevado a la portavoz de EH Bildu a no marear la perdiz, como ha hecho Sumar, por ejemplo, y a afirmar que con sus votos su pretenden frenar a las derechas para consolidar los derechos sociales y económicos de los trabajadores y avanzar en el debate sobre la plurinacionalidad de España. 

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