Opinión

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Desde el 20D han pasado tantas cosas y todas tan novedosas que a veces se olvidan los resultados que arrojaron las urnas y que, en función de ellos, tan importante es sumar apoyos como negociar abstenciones, y en cualquier caso dejando a un lado los votos de los partidos independentistas con los que tres de los cuatro grandes partidos nacionales prefieren no contar.

Las elecciones las ganó el PP, con Mariano Rajoy como candidato, con 7,21 millones de votos, y 123 escaños, lo que supone que perdió un tercio de los escaños de la mayoría absoluta que contaba en la legislatura anterior. En un régimen presidencialista, no habría ninguna duda de que ya estaría conformado un gobierno con Rajoy al frente. Pero como se trata de un régimen parlamentario, la legalidad y la legitimidad están de parte de aquel que consiga más apoyos. Tras su inaudita reacción al ofrecimiento del rey y sus comentarios a sus homólogos europeos, parece claro que el escenario para el que se prepara el PP es la repetición de las elecciones.

Si lo que se contaran fueran los “votos del cambio” –PSOE, Podemos, C’s e IU- estos suman 15,14 millones y 211 diputados, que rechazan en todo o en buena parte las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy. Según el pacto entre PSOE y C’s, de las doscientas medidas acordadas, 140 de ellas podrían ser asumidas por los otros dos partidos y ponerse en marcha “a partir de la próxima semana”, como repetía Pedro Sánchez en su fallida investidura.

Si, en cambio, se tiene en cuenta la tradicional división entre partidos de derechas e izquierdas, y se considera a C’s un partido de centro derecha como lo identifican los encuestados por el CIS, el PP y el partido de Albert Rivera suman 10,5 millones de votos y 163 escaños, mientras que la izquierda sumaría 11,6 millones de votos y 161 escaños, aunque en este caso la abstención de los independentistas de ERC y DiL -de la que reniega Sánchez-, permitiría un gobierno encabezado por el secretario general socialista siempre que contara con el apoyo de los siete escaños de los nacionalistas vascos y canarios. Si los independentistas votan en contra, con PP y C ‘s, no hay suma posible para la izquierda.

La gran coalición que preconiza Rajoy contaría con 12,7 millones de votos y 213 escaños con el PSOE, o 16,2 millones de votos y 253 escaños si se suma C’s. Los números del pacto PSOE-C’s están recientísimos.

En esta circunstancia la cuestión es determinar quién muestra más sentido de Estado y generosidad para interpretar los resultados electorales –han tenido dos meses y medio para hacerlo- y evitar unas nuevas elecciones, un escenario indeseado que no garantiza un cambio sustancial –según las últimas encuestas- en la situación resultante respecto a la de hoy.

Dicho de otro modo, se trata de dilucidar qué partido está dispuesto a suicidarse políticamente en el juego de pactos o abstenciones, sin que un hipotético relevo en algunos liderazgos represente un cambio determinante para facilitar acuerdos, cuando lo que tratan es de consolidar el espacio conseguido o intentar sorpassos, mientras se mantienen indelebles los vetos cruzados y las reuniones a varias bandas, cuando se producen, sirven más para acentuar la diferencias que para alcanzar un gobierno estable.

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