Opinión

Los pactos de Sánchez con el independentismo lastrarán su mandato

Se avecina una legislatura complicada para Pedro Sánchez para cumplir sus compromisos con sus consocios. Y no por sólo la feroz oposición que promete la derecha, sino por el Gobierno que forme el presidente reelegido va a quedar cautivo, en su funcionamiento ordinario, de sus consocios de Bildu, el PNV, Junts y ERC. En ese sentido el mejor y más expresivo juicio a modo de valoración del debate lo hizo Bildu, a través del propio Arnaldo Otegi, quien dijo que “hoy comienza en España el Estado plurinacional”. Quedó bien subrayado en la intervención de su portavoz, Mertxe Aizpurúa, quien dijo a Sánchez que su apoyo no es “cheque en blanco”. El propio Sánchez ya se había anticipado que para atender las reclamaciones de Bildu: “Hay margen para hacerlo dentro de la Constitución” que tiene “capacidad de adaptación a una realidad cambiante con el paso del tiempo”.

Conviene recordar el compromiso y las expectativas, firmadas, tanto para Cataluña como para el País Vasco, en cuanto a su reconocimiento como entidades nacionales, o sea, naciones. Pero ya al final del debate, en catalán, Miriam Nogueras, portavoz de Junts, muy seria, le echó una reprimenda a Sánchez por la tibieza de su discurso sobre la amnistía, al recordar a Sánchez el compromiso firmado por su partido con Junts. De modo expresivo le dijo que no tentara a la suerte. De sus palabras se desprende que, como el propio Puigdemont ha dicho, va a estar vigilante y sobrevolará el cumplimiento del compromiso de Sánchez con él a lo largo de toda la legislatura. Fue llamativa la intervención de Rufián, que es hijo de andaluces, además de hablar una parte de su discurso en catalán, se refirió repetidamente al derecho a la libertad de su patria, que no es la de sus padres y abuelos. Y como ya dijera en su día, a propósito de los indultos, que con la reforma del Código Penal “negociamos con el PSOE, al que hay que imponerle las cosas”, esta vez le dijo a Sánchez: “Tenemos capacidad para obligarle a acabar con la represión hoy y para que quizá se vote en un referéndum mañana”. Y la expectación fue mayor cuando subió al estrado la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, que le espetó: “Quiero darle un consejo que no tiene obligación de seguir. Con nosotros, no tiente la suerte porque no le servirá. Su discurso no ha sido valiente. Ahora tiene la posibilidad de explicar qué quiere hacer”. Y en ese mismo sentido de ajuste de cuentas, el portavoz del PNV, Esteban, recordó a Sánchez que debe cumplir con el pacto para el traspaso al País Vasco del régimen económico de la Seguridad Social en el plazo de dos años, y otros compromisos.

Es de notar la actuación de la presidenta del Congreso, Francina Armengol, especialmente controvertida durante el debate, que provocó protesta formal del PP por haber retirado la palabra a Feijóo en sus dos intervenciones (la segunda vez llegó a apagarle el micrófono sin dejarle terminar su discurso) y luego ha permitido a la vicepresidenta Yolanda Díaz sobrepasar ampliamente su tiempo. En el mismo sentido fue especialmente bronca la intervención de Abascal, que asimismo fue cortada por considerar improcedentes sus palabras de acusación a Sánchez de “golpe de Estado”. Pero la presidenta no mostró el mismo rigor cuando toleró, cuando éste acusaba abiertamente al juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón de practicar la guerra judicial contra los independentistas y otras descalificaciones contra la Corona. Ni el candidato socialista en su réplica puso el menor reparo a las palabras de Rufián. Armengol se limitó a decir, frente a las descalificaciones al sistema judicial: “Revisaré las palabras y tomaré una decisión”.

Hay que centrarse en los aspectos esenciales de los mensajes del candidato y la réplica del PP. Sánchez tardo más de una hora en atacar lo que todo el mundo esperaba, la amnistía. Pero antes, con enorme habilidad y repetición, centró el relato en destacar los logros de su Gobierno en el ámbito social y económico, de modo detallado, que amplió en cuanto a sus objetivos, y en ese terreno hay que reconocer que pudo emplazar a la derecha a que, aparte de criticar la amnistía, expusiera una alternativa o una propuesta de Gobierno que pudiera competir con la suya. Sánchez, en ese sentido, estuvo contundente y repitió en varias de sus intervenciones los objetivos y metas de su programa social, económico, ecologista y de medio ambiente, de la igualdad sexual, con especial sensibilidad para la mujer y su protección en todos los sentidos. Y en eso tuvo razón, porque Feijoo no entró en el asunto. Para nada.

Los asesores del discurso de Sánchez fueron especialmente enfáticos al dotarlo de frases solemnes como: “En nombre de España y en nombre del interés de España, en defensa de la concordia entre españoles vamos a conceder una amnistía a las personas encausadas por el ‘procés’. Una medida que pide una mayoría muy relevante de la sociedad catalana. Puede ser no compartida por todos, lo entiendo, pero las circunstancias son las que son y tenemos que seguir avanzando por la senda del entendimiento y el progreso. La amnistía se va a aplicar con luz y taquígrafos, es perfectamente legal. No es un ataque a la Constitución de 1978 sino una muestra de su fortaleza y vigencia”. Para atacar por ese flanco, Feijoo recogió la munición en el propio arsenal del PSOE, con una interminable cita de lo que Sánchez y sus ministras Calvo y Montero, sobre todo, dijeran hace unas semanas.

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