Un final anunciado

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Publicado: 16 sep 2025 - 02:10

Opinión en La Región
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La Vuelta acabó como se esperaba, o como se había anunciado que acabaría, porque las protestas que se habían producido a lo largo de otras etapas iban a culminar en Madrid con una gran manifestación de protesta por el genocidio que Israel perpetra en Gaza y por la participación en el pelotón del equipo Israel-Primer Tech.

El despliegue de 2.500 policías de distintos cuerpos se ha demostrado insuficiente ante la marea de personas que han salido a las calles para protestar contra el asesinato de 66.000 gazatíes

Si se preveía lo que iba a ocurrir la cuestión es saber por qué no se han adoptado las medidas adecuadas para que no se produjera la cancelación de la etapa de la forma en la que se hizo, cuando los manifestantes cortaron las calles del centro de Madrid. El despliegue de 2.500 policías de distintos cuerpos se ha demostrado insuficiente ante la marea de personas que han salido a las calles para protestar contra el asesinato de 66.000 gazatíes. Nada pudieron hacer para contener a las decenas de miles de personas que ocuparon las calles de forma pacífica, excepto la tradicional minoría de antisistemas que aprovechan para arrasar las calles, pero que desvirtúan las manifestaciones pacíficas. Las palabras de Pedro Sánchez en la mañana del domingo, mostrando su admiración “por un pueblo que se manifiesta por una causa justa” eran innecesarias dado el ambiente favorable a la movilización que ya existía.

Si lo que se pretende desde algunos ambientes es presentar a los manifestantes de Madrid y del resto de ciudades donde se han producido incidentes similares como antisionistas y antijudíos y no como defensores de la legalidad internacional es porque se pretende tergiversar los motivos de la protesta, y obviar que la mayor parte de la ciudadanía española se ha mostrado claramente en contra del genocidio en la Franja de Gaza.

Ante la llegada de la Vuelta a Madrid se planteaba el doble objetivo de garantizar la seguridad de los ciclistas y de respetar el derecho de manifestación y estaba claro que la parte más débil era la de los deportistas. Por ese motivo los organizadores de la competición debían haber tomado decisiones más drásticas, acortar la etapa o haberla suspendido, dado que no se atrevieron a expulsar al equipo israelí de la carrera, amparados por las decisiones de la Unión Ciclista Internacional. Y aquí se abre otro debate, el de la actitud que deben adoptar los organismos internacionales rectores del deporte para aplicar a Israel el mismo criterio de exclusión que se ha utilizado con Rusia tras la invasión de Ucrania.

Desde hace unos días la Comisión y el Parlamento Europeo han abierto una brecha con la decisión de restringir el comercio con Israel por la que se deben colar el resto de organismos internacionales para comenzar a transitar por el camino del cerco a Israel en todos los ámbitos y en especial en el deportivo, si no quieren que en otras competiciones vuelvan a repetirse los actos que han tenido lugar en la Vuelta, porque todas las sociedades europeas contemplan con estupor los crímenes de guerra de los que está acusado Netanyahu y cada vez con más fuerza exigen respuestas contundentes a sus gobiernos.

La polémica nacional y también internacional ahora es si la forma de actuar ante el genocidio manifestada en la Vuelta es motivo de orgullo o de vergüenza, de avanzadilla como ha hecho el Gobierno de reconocer el Estado de Palestina y de aplicar sanciones a Israel, o si España ha quedado en evidencia ante el mundo. La respuesta es sencilla y depende de la posición ideológica de los líderes de opinión y de los partidos.

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