Opinión

Cuando las redes se usan para insultar

Las redes sociales son un excelente instrumento de comunicación y están revolucionando la forma en la que nos relacionamos con los demás, especialmente entre los jóvenes. Ignorarlo o demonizarlo sólo puede contribuir a esconder el problema, pero la realidad seguirá estando allí y cada vez con más fuerza. Hablar de impunidad de la red tampoco responde del todo a la realidad. Todo lo que hacemos en el mundo on line se puede seguir y deja rastro. Que se lo digan a Hacienda y a la Agencia Tributaria, por ejemplo. Otra cosa es que cueste -falta muchos medios- y que los jueces no estén preparados ni tengan ganas de ponerse a ello. Y lo que es delito en la vida "normal" no puede dejar de serlo porque se cometa en las redes. Y si las leyes no están perfectamente adaptadas a la nueva realidad, habrá que hacerlo, pero los fiscales tienen la iniciativa para perseguir esos delitos y los jueces la capacidad de interpretar y aplicar esas mismas leyes y para castigar a los delincuentes.

El problema es que todo es nuevo y que no sólo estamos asistiendo a una sobreexposición permanente de muchos que cuentan hasta cuándo van al lavabo -no digo ya otras cuestiones más íntimas-, sino que algunos se atreven a hacer en las redes lo que no se atreverían a hacer en la calle: publicación de fotos humillantes, amenazas de hacerlo, acoso virtual... Como decía hace poco Enrique Dans, que te acosen, te amenacen o te insulten en las redes sociales no es menos grave a que te hagan un escrache a la puerta de tu casa o te amenacen en la calle. La reciente decisión de una empresa de despedir a una trabajadora temporal que, al parecer, después de una serie de tuits en la misma línea deseó una violación en grupo a Inés Arrimadas -que la ha denunciado-, es una buena decisión para acabar con estos comportamientos. Muchas de esas acciones encajan perfectamente en el delito de odio, político, religioso, racial, que está creciendo e instalándose en una buena parte de la sociedad y que, incluso, traspasa las redes.

Hay que ser radicales, intolerantes contra la violencia en la calle, en los estadios, en las concentraciones... o en las redes. Pero hay que tener en cuenta que Twiter o Facebook, aunque deberían hacer algo más que abstenerse, no transforman a las personas, simplemente muestran su rostro real, su personalidad, lo que harían si no hubiera sanción. Y no es un problema sólo de quienes insultan y transmiten odio. Son igualmente responsables los que les siguen, les jalean, les aplauden o les ríen las "gracias". Y los que las califican de "travesuras" o las disculpan por el medio en el que se hacen. No hay ninguna diferencia entre quien persigue, acosa e insulta en la calle a otro y quien se oculta y lo hace en la red, con su nombre -los menos- o de forma anónima. El odio envenena todo. También las redes sociales. Hay que pedir sanciones penales duras, rápidas y justas para los violentos, los trolls y los acosadores que se amparan en las redes. Pero también tenemos que exigirnos cada uno de nosotros la más clara intolerancia y condena contra estas conductas y estos delincuentes. Y eso hay que empezar a enseñarlo en la escuela.

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