Opinión

Althusser

Desde joven me ha fascinado la obra de Louis Althusser, personaje despreciado e incomprendido por la sociedad de su tiempo. Sus detractores tal vez no alcanzaban el nivel suficiente para poder interpretar su pensamiento o quizás no le perdonasen el inexplicable asesinato de su esposa, Hèléne Rytmann, comunista y militante trotskista, miembro activo de la Resistencia francesa contra la invasión nazi, participando en la muerte de varios soldados del ejército alemán. Althusser, de raíces profundamente cristianas, evolucionó hacia un marxismo estructuralista que confrontó con otros pensadores del Partido Comunista Francés. Su capacidad epistémica lo convierte en uno de los filósofos más lúcidos del siglo XX, destacando su autocrítica empirista. Todo a pesar de su extraño comportamiento, que le llevó (en 1980) a estrangular a su compañera en un crimen que hoy incluiríamos como feminicidio. Fue internado en un hospital psiquiátrico y el juez que lo procesó archivó el caso al considerar que había cometido el asesinato en un arrebato de locura. Diagnosticado de “psicótico maníaco depresivo” en 1947, le llevó a estar internado en más de veinte ocasiones.

Es muy complicado el hacer análisis de acontecimientos locales en el momento histórico que se está viviendo en un mundo donde todo se interrelaciona y donde el método estructuralista no sirve por la interferencia de la tecnología en los procesos políticos y económicos que ha transformado las ideologías en meros instrumentos del neoliberalismo que controla el consumo, los recursos, las guerras, los gobiernos y el pensamiento global. El umbral máximo de percepción del ser humano está superado por una cascada de información donde las verdades y las mentiras se mezclan y solo la IA podrá simplificar la complejidad de la acción política.

Althusser probablemente estrangularía nuevamente a su pareja, convencido de que esta también “pensaba” y probablemente lo haría mejor que él, por no estar lastrada por la psicosis. De poco sirve un CI alto si son poco sensibles al dolor humano y controlan el poder sin códigos éticos: Putin elimina a sus detractores mientras bombardea Ucrania tomando el té con Xi JInping. Netanyahu, con cínica sonrisa, reproduce el Holocausto que sufrió su pueblo disfrutando como verdugo de palestinos. Mohamed bin Salman estrecha sus manos ensangrentadas con los líderes del mundo, después de comer las boñigas de los deportistas de élite. Donald Trump , Jair Bolsonaro , Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Kim il Sung, Joe Biden, Javier Milei… son gestores de un presente que fue futuro y será pasado.

El pasado posee un poder mayor porque nos lleva a interactuar con gente que ha desaparecido: familiares, amigos, parejas, compañeros… La gente se hace mayor, pero sus sensibilidades permanecen intactas. Faulkner afirmó que “el pasado no está muerto”. Coincide con Althusser, que defendía el “presente histórico”. El proceso electoral que se ha desarrollado en Galicia hace una semana, refuerza las tesis de Faulkner y Althusser. Cerrando los ojos y escuchando los análisis de sesudos comentaristas, sin esfuerzo nos retrotraemos a la Galicia de Fraga. Nada ha cambiado, el pasado es presente y el futuro es pasado.

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