Opinión

Carta abierta a quien corresponda

Cuando Emilio Zola escribió en 1898 su “Carta a Francia” estaba denunciando el peligro que amenazaba al pueblo francés por la implicación del Estado en el contubernio contra el capitán Dreyfus. Las derivas totalitarias de los poderes fácticos, especialmente el Ejército, trataban de limitar las libertades y los derechos fundamentales de la ciudadanía francesa, y lo hacían sutilmente manipulando los sentimientos y fomentando el odio contra el “enemigo necesario”, que en aquel momento histórico era el judaísmo.

No puedo pretender alcanzar el impacto que en su día obtuvo la misiva del genial y comprometido Zola, no soy más que un humilde colaborador de un periódico de provincias. Pero creo que la situación política en España está alcanzando unos niveles de deterioro tan grandes que merecen la denuncia pública de todos aquellos que aman a su país y creen en los valores de la democracia.

Creo que es un error sucumbir al impacto de la propaganda sistemática que, valiéndose de los medios de comunicación, de las redes sociales, de los púlpitos o de cualquier otro medio, tratan de identificar la voz del pueblo con los intereses de los grupos de presión, ocultando la verdad en una cascada de información imposible de procesar. En su perversidad tratan de convertir al pueblo en una caricatura de éste, es decir, en populacho.

Citaré algunas de las causas del divorcio del pueblo con las instituciones:

a) Los múltiples casos de corrupción que afectan a responsables institucionales en todos los niveles del Estado.

b) El incumplimiento sistemático de las promesas electorales.

c) La parcialidad de muchas decisiones judiciales, que se plasman en el distinto trato a los delincuentes, dependiendo fundamentalmente de su procedencia social.

d) La falta de garantías constitucionales de respeto a los derechos de los ciudadanos. 

e) La confrontación de territorios del Estado, especialmente entre los independentistas catalanes y el Gobierno central.

f) La vinculación de los intereses financieros con las decisiones del Gobierno.

g) La presunta financiación fraudulenta del PP y su consiguiente falta de legitimidad democrática para gobernar el país.

h) El deterioro de los servicios públicos, especialmente en educación y sanidad.

i) El despilfarro del dinero público, lo que pone en peligro conquistas sociales, entre otras, el sistema de pensiones.

j) El aumento de la diferencia entre ricos y pobres.

k) La precariedad del mercado de trabajo.

l) El “pacto de las puertas giratorias”.

Cuando un pueblo pierde la ilusión, cualquier desaprensivo puede ocupar el vacío sustituyendo los derechos por las pasiones con el consiguiente riesgo para la convivencia. Los liderazgos débiles tratan de ocultar su debilidad creando conflictos que desvíen la atención de su incapacidad para solucionar los problemas que amenazan el futuro de las nuevas generaciones. Un patético ejemplo es la instrumentalización del conflicto catalán, que ocupa los titulares de todos los medios de comunicación sementando el odio y la inseguridad. Termino con una frase de Ezra Pound (poeta estadounidense perteneciente a la “Generación perdida”), que aplicaron diligentemente M. Rajoy y C. Puigdemont: “Gobernar es el arte de crear problemas con cuya solución mantener a la población en vilo”. ¡Así nos va!

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