Opinión

Moscardones

Una y otra vez, la mosca cojonera no ceja en su empeño. Erre que erre, reiterativa, provocadora, pertinaz, no le importan los avisos; su instinto la empuja a cometer los mismos errores por los que muchos de sus congéneres han dejado de existir. El sufrido objeto de sus deseos es un viejo taoista amante de la vida y respetuoso con la naturaleza. Este ignora al insecto y procura centrarse en su propio cuerpo. Ha superado la etapa de mono desnudo y su piel es ya transparente como el cristal, ni un gesto de agresividad hacia el molesto bicho. Es consciente de que por encima de cualquier cosa se debe de continuar “el camino”, nada debe interrumpir su integración en la armonía cósmica. ¡Pero de pronto algo sucede!, el impertinente parásito se convierte en peligroso moscardón, zumba sobre la calva de la paciente víctima y muerde su inmaculada piel. El anciano abre los ojos y con relampagueante movimiento da caza al molesto alado y en un instante se ha transformado en un hábil y mortífero cazador.

¡Gloria a los símbolos!, grita el ignorante individuo carente de sustancia neuronal. ¡Nos agreden!, ¡la patria está en peligro!, ¡el enemigo acecha y trata de destruir nuestra identidad! El busto, la bandera, la medalla, el sagrado e inviolable nombre sustituido con alevosía y publicidad. ¡Ha llegado la hora de la venganza!, contesta el irreflexivo adversario cayendo en la trampa hábilmente diseñada. La confrontación interesada desvía la atención de las masas que olvidan la sustancia y se centran en lo trivial. Conceptos ambiguos estimulan emociones y envenenan los espíritus, la droga patriotera alimenta los instintos primarios y genera la adrenalina necesaria para mantener la tensión de un dócil electorado. Un guerrero vencedor, derrotado en la batalla de Badalona, encabeza la selecta vanguardia del viejo imperio. Objetivo frenar las huestes del nefasto gestor heredero del ínclito Pujol y evitar que todo vaya a Mas; para ello ha de dar mandobles a derecha e izquierda; conseguir el trono de hierro o impedir que nadie lo alcance. El caos garantiza la sumisión al viejo imperio; las razones pisoteadas; la patria, una bandera o un rifle. Pitadas manipuladas, multas provocadoras, error tras error para que los que viven en del terror sigan engrandeciendo sus acaudaladas arcas.

El moscardón ha sido abatido, el sabio medita sobre la inconsistencia del mensaje. Plutón se acicala para recibir el beso tecnológico. El aleteo de la mariposa hace peligrar el inestable equilibrio del cosmos que se manifiesta con una interminable caída de asteroides. Un reconvertido Obama predica en el continente hambriento. El rey león sucumbe abatido por el capricho del dinero. Banderas, estandartes, pendones y enseñas; símbolos anacrónicos de una decadente sociedad. Venganza claman las huestes islámicas, convertidas en máquinas de destrucción y muerte. Los esclavos del sol, huyen de los apocalípticos jinetes del mal. Un sanguinario Neptuno reclama la ofrenda sangrienta de aquellos que quieren cruzar la laguna Estigia y alcanzar las costas del falso Edén. El turco ataca, el kurdo sufre, el sirio huye, el iraquí sobrevive. Tierra de Sodoma y Gomorra, el fuego bíblico sigue asolando a sus habitantes por los designios de un dios antropomórfico y cruel. Los vestigios de la cuna de las civilizaciones arrasadas por la barbarie del odio.

Una nube de moscardones se abate sobre el viejo pensador, vengadores implacables no dan cuartel y muerden la piel de cristal, con ferocidad inaudita. El pensamiento se enturbia un axioma destructivo se apodera del espíritu: Man Kou Te afirmó en el siglo IV antes de C. “…los criminales de poca monta están presos, mientras que a los grandes criminales se les nombra señores o gobernantes…” No es suficiente cubrirse con la bandera, esta ajada y es vieja; no sirven las leyes siempre protegen al fuerte y recaen sobre el débil; los moscardones huyen de la Citronela y los fanáticos de la razón. El ojo penetrante puede ver con claridad y la sabiduría que hiere en lo vivo es Virtud. Parodiando a Diógenes nos preguntamos ¿Dónde están los virtuosos?

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