Opinión

PERFILES

En un mar embravecido, las naves precisan de marineros experimentados, valientes y leales, que bajo las órdenes de un capitán curtido en mil tormentas, salven el barco y lo conduzcan a buen puerto. La condición de cada uno de los miembros de la tripulación determinará el éxito o fracaso de la misión, por ello la selección de la dotación ha de ser rigurosa e imparcial, sometida únicamente a los criterios de eficacia y honestidad.


La tempestad en la que se encuentra la economía mundial aconseja a veces cambiar la tripulación de las naves, otras veces se debe continuar con el mismo capitán y sustituir solamente las bajas sufridas en la lucha contra los elementos. Rara vez se cambia tripulación, capitán y contramaestre en el mismo puerto, los resultados pueden ser fatales para el equilibrio de la nave.


España navega en un enfurecido mar económico, es una de las docenas de naves que componen la otra hora fuerte flotilla europea. Los cascos van unidos por un complicado entramado de cables y maromas que unen los destinos de toda la flota. La nave capitana intenta liderar con firmeza el camino hacia tierra firme y coordina imperiosamente las maniobras de las demás naves, tratando de evitar el naufragio de las más débiles, por el peligro que supone para toda la escuadra. Pero, a veces, surge el motín, la lucha de facciones que tratan de dirigir el buque desde el puente de mando y que aconseja una alianza estratégica para renovar a los marineros más agotados. Si se hace bien, los que han salido de puerto pueden volver sanos y salvos. Si se hace mal, el hundimiento es inevitable.


El próximo día 20 de noviembre se han de renovar las tripulaciones de nuestro país, los distintos aspirantes a capitanes, han de proponer al tribunal seleccionador aquellos equipos que susciten las mayores garantías de éxito en esta complicada travesía. Han de conjugar veteranía y experiencia con juventud y entusiasmo, tienen que conseguir que los pasajeros confíen en la mejor tripulación y para ello han de proponer equipos sólidos, que aúnan voluntades y susciten confianza.


Hoy, con mi subjetividad recuperada, observo con temor desde un chinchorro del barco en que viajo, que este puede ver renovada su plantilla sin que se cumplan los criterios establecidos. Temo que el capitán del barco se vea obligado a aceptar imposiciones de algún desaprensivo armador que, haciendo ostentación de riqueza y poder, compre voluntades y almas. Me inquieta que se someta al tribunal evaluador a candidatos desleales, oportunistas y demasiado ambiciosos para ser eficaces. Hasta ahora hemos resistido y aguantado reveses, inconvenientes, mil y una dificultades, porque hemos tenido tripulantes abnegados, generosos, efectivos y leales. Se pueden perder batallas, se puede sucumbir ante la adversidad, pero siempre hemos de aspirar a no perder la dignidad.


Afirmaba Marie von Ebner Eschenbach (escritora austriaca de humor sutil y fina ironía): 'Cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado en el que se pudo'. Hoy pude y lo digo (aún estamos a tiempo).

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