Opinión

WIKILEAKS

Trescientos noventa y un mil ochocientos treinta y dos documentos! Qué cantidad más impresionante de datos ofrece la página fundada por Julian Assange, difundida en la red y denominada Wikileaks. Parece ser que, gracias a su difusión, algunos se han enterado ahora de las torturas y asesinatos cometidos por las tropas de la coalición que invadió Iraq. ¿Es que ya nos habíamos olvidado de Abu Grhaib y Camp Cropper?, lugares donde la tortura se inmortalizó con documentos gráficos de gran difusión en todo el mundo, para vergüenza de Occidente. Parece increíble que la opinión pública no recuerde hoy a la soldado England mofándose de los prisioneros iraquíes, en un reportaje inolvidable que reflejaba hasta donde puede llegar la bestialidad humana. Los sucesos de Mahmudiya, de Isahqi, de Haditha, de Nabiha? violaciones, crímenes espantosos, bombardeos indiscriminados? son historia pasada. Lo que en su día conmocionó al mundo desaparece en pocos meses de la consciencia universal; tal vez la cobardía de una pasividad colectiva nos ha hecho cómplices del horror y nuestro cerebro haya desarrollado los mecanismos de defensa oportunos, que nos permiten olvidar los horrores para poder seguir viviendo.


¿Cómo nos podemos extrañar de la conducta de los siervos de la muerte cuando los organismos que deben velar por el derecho internacional permiten la existencia de los Blackwater, que son la reencarnación moderna de los Hachisistas (asesinos) de Haisan Sabbah? Muerte, caos, pobreza, venganzas? todo tiene cabida en esa tierra bíblica maldita por profetas y deseada por sus riquezas. Mientras tanto, el mundo sigue girando y reproduciendo conductas erróneas, y los acontecimientos se siguen superponiendo con una rapidez que imposibilita su asimilación, por lo que la mayoría de las informaciones se desecha por inútil y molesta, sobre todo la lejana.


Por ello se me hace difícil de entender las inquietudes de las actuales administraciones americana e inglesa, que manifiestan una gran agresividad contra Julian Assange y lo acosan como si de se tratase del 'malo' de una película de espionaje. Parece ser que hasta su vida está en peligro y su seguridad depende del secreto de su residencia. Sin duda la vida real es más inquietante que el mejor de los guiones. Lo que ha hecho este hombre es despertar las conciencias de muchos, lo que le hace tremendamente peligroso.


No quisiera terminar este artículo sin antes hacer un llamamiento a favor de Tarek Aziz, el culto ministro de Exteriores del régimen baazista. Este cristiano caldeo de origen modesto, licenciado en literatura inglesa, me sorprendió cuando, antes de la primera guerra del Golfo, defendía los intereses de su país con argumentos sólidos y contundentes. Su ejecución sería una venganza inútil y sanguinaria, sobre todo viendo la impunidad que goza Rumsfeld, el cancerbero belicoso de George W. Bush.

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