Opinión

¿Cada día estamos mejor?

El Gobierno sigue empeñado en contagiar de optimismo a una ciudadanía deprimida. El propio presidente Rajoy declaraba hace poco que la economía española "marcha a velocidad de crucero". Y ello es cierto en lo que a macroeconomía se refiere. Cosa muy distinta sucede al volver nuestra mirada al entorno que nos rodea y comprobar las dificultades y angustias con que muchas familias llegan a finales de mes. Esta situación es la microeconomía que entendemos y sufrimos.

Al respecto, el drama del paro continúa y la notable disminución del desempleo en estos meses ojalá llegue para quedarse. Veremos lo que ocurre después del verano. Después de todo, una cosa es cierta: mientras la gente no experimente en sus propias carnes la mejoría insistentemente anunciada, la desconfianza en el Gobierno se incrementará.

Cuando la Gran Depresión de los años treinta, los gobiernos de Europa y Estados Unidos dieron prioridad a la solución del problema social generado por la crisis. Lo hicieron por encima de consideraciones estrictamente económicas. Y esto lo propugnaba el economista británico John M. Keynes, defendiendo una política capaz de acabar con un paro generalizado. Pensaba que al conseguir esto y disponer los asalariados de más dinero se conseguiría levantar las economías deprimidas.

Esperemos que la cosa cambie y que el optimismo del Gobierno se traduzca en realidades concretas. De no ser así, pensaríamos que el presidente Rajoy, en vez de inspirarse en Keynes, vendría a convertirse en un mediocre alumno de Emile Coué. En efecto, con el propósito de levantar los ánimos deprimidos de los europeos por el trauma postbélico, en los años veinte apareció el famoso psicólogo Emilio Coué, que predicaba la autosugestión optimista con el lema siempre repetido: "Cada día estoy mejor en todos los sentidos". No sé si sobrevivió al intento.

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