Los especuladores financieros, en un afán inhumano de acumular ganancias, han conseguido sembrar en las clases trabajadoras un ambiente de indefensión que se traduce en auténtico terrorismo. Y ello es así, porque los asalariados viven en angustia permanente temiendo que su puesto de trabajo desaparezca en cualquier momento. ¡Y qué decir de los que ya están sufriendo la tragedia individual y familiar de formar en las listas de parados!
Por otra parte, la esencia misma de la democracia está en entredicho y amenazada por los clanes del dinero. Ahí tenemos el ejemplo de Italia con un tecnócrata impuesto como jefe de Gobierno. En consecuencia, un pintoresco Berlusconi (elegido en las urnas), se vio obligado a coger la maleta y dedicarse a lo suyo. Todo esto nos lleva a pensar que la Europa que se proyecta hoy en día es la Europa de los mercaderes. ¡Qué lejos está esta Europa del proyecto de aquellos soñadores que la idearon unida y altruista! 'El aire que respiramos es pesado. La vieja Europa se ahoga en una atmósfera sofocante e impura. Un materialismo sin grandeza pesa sobre los pensamientos... El mundo languidece en su egoísmo bajo y mercenario. Europa se ahoga. ¡Abran las ventanas!' (Romain Rolland). Estas palabras -escritas hace mucho tiempo- contienen vivo su mensaje en la actualidad.
