Los que planifican e imponen duras condiciones de vida a nuestros países pretenden, al mismo tiempo, que interioricemos su inhumana visión de la economía y asumamos que fuera de ella no hay salvación. Sin embargo, a pesar de cumplir a rajatala con sus dictados, las cosas no mejoran ni trazas tieen de que vayan a cambiar.
Se han recortado salarios, se mermaron los presupuesos para educacion y sanidad, disminuyeron los servicios públicos y el paro (esta gran tragedia) no se detiene. Ahora toca meter mano a las pensiones.
A pesar de lo dicho, pienso que el colmo de la desvergüenza de los que detentan el poder del dinero está en admitir -como lo hicieron hace unos días- que en el caso de Grecia se les fuera de la mano. Hemos planificado mal, nos hemos equivocado -dicien-. Así de campantes.
¿Piden perdón? Ni se les ocurre. ¿Manifiestan algún propósito de enmienda por tanto sufrimiento ocasionado? No. Se hallan tan sobrados que juegan irresponsablemente con la vida de las personas y de los pueblos, como si de algo baladí se tratase.
Grecia es un ejemplo. ¿España?
