Opinión

Política, amor y odio

Se decía que en las mochilas de los soldados de Napoleón "viajaban" las ideas de la Revolución francesa. Asimismo, podemos afirmar que a través de las conquistas de Alejandro la cultura griega se expandió por Oriente.

Jesús Mosterín, en un ensayo sobre el "Helenismo", nos informa de que el conquistador macedón organizó una boda gigantesca en la ciudad de Susa. Aquí se casaron 10.000 oficiales griegos con otras tantas mujeres persas. El propio Alejandro Magno tomó parte activa en la singular ceremonia casándose en segundas nupcias con una hija del rey persa, Darío III. En este momento, recuerdo que Aristóteles fue el maestro de Alejandro; y que sus enseñanzas harían de él un déspota menos bruto de lo que es habitual tratándose de brutos.

¿Qué pretendía Alejandro al organizar esta boda? Seguramente unir pueblos y etnias tan distintos, pero o sí, bajo la égida de su poder.

No cabe duda, el amor une; el odio separa. Esta evidencia debieran tenerla muy presente todos aquellos que ejercen funciones de poder en el campo de la gobernabilidad de un Estado.

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