Opinión

RELEYENDO A JULIO CAMBA

Las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación son malas, muy malas. En consecuencia, se genera un ambiente social de negro pesimismo que -cual espada de Damocles- pende sobre nuestras cabezas y nos amarga la vida. Para mitigar un tanto este extendido pesimismo, he pensado que Julio Camba, con sus escritos, podría ser un buen terapeuta. Y lo digo porque en su compañía, leyendo con delectación sus páginas, la vida humana nunca es trágica ni solemne. Lo negativo de la existencia lo diluye el escritor en la atmósfera de un sutil y sabio humorismo, tan tallego, por cierto.


Estos días ando ocupado con la lectura de sus 'Páginas escogidas', editadas por Espasa. En ellas encuentro la figura del capitán Portela. Este Portela es un militar jubilado que emplea su tiempo en deleitarse con las féminas del lugar. Es un donjuanesco incorregible que, al morir, entre sus papeles íntimos aparece una libreta donde cuenta con pelos y señales, dando nombres y apellidos de todas las mujeres con las que felizmente se refozilaba. Este es 'El libro del capitán Portela'. ¡Menudo escándalo en la aldea!


Camba describe así al famoso capitán Portela: 'Era irresistible aquel capitán, que no teniendo moros con quien pelear, derribaba todos los días a alguien de esas formidables bellezas aldeanas sobre sus tierras de labor, entre las altas hierbas, que servían de lecho y cortina'.

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