Opinión

DE LAS TRES TRANSFORMACIONES

Nietzsche brinda a nuestra reflexión la sugestiva metáfora de 'Las tres transformaciones del espíritu'. En la primera vemos como el espíritu se convierte en camello; en la segunda, como el camello se transforma en león, y, en la tercera, como el poderoso león deviene en niño. El camello simboliza el espíritu de sumisión; exhibe una paciencia infinita; aguanta lo que le echen, ya que su destino es cargar con todo. El camello así lo cree porque así lo amaestraron. '¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que lo carguen bien'.


En la segunda transformación, el camello deviene en león. 'Pero en lo más solitario del desierto el espíritu quiere conquistar su libertad. El espíritu transformado en león no acepta más carga y exclama: Yo puedo sacudir la pesada carga, yo quiero'.


Por último, el león se convierte en niño. Y el niño ¿qué simboliza? El niño representa y es un nuevo amanecer. El niño, con toda su inocencia encierra una imponente energía; nos anuncia un mundo nuevo, mejor, más justo y humano.


En resumen, personas y sociedades que se comportan como camellos están destinadas a permanente esclavitud. Se trata de aquellos que ante las sevicias de los poderosos guardan silencio y optan por mirar hacia otro lado. ¡No merece respeto alguno! Las sociedades y personas simbolizadas por el león se enfrentan a los hombres 'malos y perversos', los combaten con determinación y terminan venciéndolos.


Por último, el niño. ¡Oh, el niño! Es la nueva aurora preñada de esperanza y plenitud. El niño es una delicada planta necesitada de esmerado cultivo. Su adecuado desarrollo y futura floración dependerá de la educación que en nuestros centros se imparta. Necesitamos hombres y políticos idealistas que no se rindan ante el dios Mammón, ante el nuevo y viejo becerro de oro.

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