Opinión

Cartas Galicia - Madrid: Te quedarás plantado

Itxu Díaz - Te quedarás plantado

Querido compadre Quero:

Lamento comunicarte por la presente que hemos de llegar a un acuerdo sobre nuestro posicionamiento común en esta página acerca de la acentuación de solo, si vamos a dejarlo despojado de acento ortográfico, o si por el contrario lo acentuaremos siempre –por llevar la contraria-, o si sólo lo haremos cuando se refiera a solamente, o solo cuando no se refiera al solo de la soledad. Me he liado, pero tú me entiendes. No me gustaría que nuestra plana de intercambio de misivas se convirtiera en un festival en el que nuestros amados lectores sospecharan que cada vez que terminamos de escribir, sazonamos las letras volcando un enorme saco de tildes aleatorias.

“Aclarado este extremo”, como dicen a todas horas en los telediarios, me dispongo a contarte que lo más reseñable de los últimos días es que me he comprado dos plantas. Sí, compadre, a todo el mundo le llega su hora. No había plantas en mi escritorio, de modo que el único ser viviente que pisaba este suelo era yo. Pero como nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir, he creído necesario añadir algún objeto viviente a mi entorno que permita a cualquier observador ajeno comprobar que, además del escritor decrépito que lo preside, hay algo más que late en mi despacho, por más que mis conocimientos de botánica no alcanzan siquiera a saber si a una planta le late o no algo.

Ambas plantas han pasado bien su primera semana aquí. No extrañan en absoluto el horrible centro comercial donde las compré, si bien debería decir “adopté”, porque su estado de salud era lamentable, bajo la luz artificial de aquella nave y en compañía de ambientadores y montañas de papel higiénico. Tengo para mí que les he salvado la vida. Entre página y página, ahora paseo por la estancia, me detengo frente a las plantas, y les hablo con la cadencia que empleaba Felipe González para contar sus intimidades a los bonsáis de La Moncloa.

Ayer fue un día importante porque el geranio, al que estoy tratando de acostumbrar a un régimen de semilibertad, que está en interior pero muy cerca de la ventana, realizó su primera salida en solitario al exterior. Lo saqué al balcón, a pleno sol, con el interesado plan de que le explote el capullo; que, aunque suena fatal, mi deseo es que sea pronto coronado por una bonita flor. El tipo regresó ileso, con su maceta a cuestas, dos horas después, pero no imaginas el mal rato que pasé, mirando el reloj cada minuto, y oteando el horizonte a ver si por fin se decidía a volver al hogar.

Más allá de un síntoma de avanzada edad, no he logrado encontrar una explicación a mi caprichoso botánico, que es la típica cosa de la naturaleza a la que nunca le he prestado atención. Me han interesado mucho las aves, aún podría conferenciar sobre ornitología, y a menudo me dicen que tengo buena pluma, pero nunca me han relacionado con tener buenas raíces, buen tallo, o un inmejorable capullo.

Sospecho que es el subconsciente, que busca desesperadamente la belleza en medio de un mundo cada vez más feo, pero no me gustaría desplegar ahora una teoría filosófico-existencialista en torno al hecho de haberme comprado un poco de hierba hendida en sendas macetas en una oferta de dos por uno de unos grandes almacenes de alimentación.

Ardo en deseos de saber si podrás acompañarme en esta bonita historia botánica, si podré contar con tu aliento, y si crees que lograré llevar a buen puerto el misterioso enigma de la fotosíntesis, que no sé muy bien lo que es, pero creo que es la base de su alimentación, e imagino que consiste en hacerse selfie con ellas tres veces al día, cosa que estoy cumpliendo a rajatabla como buen jardinero que soy.

Javier Quero - Tu nombre me sabe a hierba

Querido compadre Itxu:

¿Estás bien? Me preocupa tu estado de salud al saber que te has convertido en el hombre que susurraba a los geranios. De hecho, al leer que eres capaz de ver desde el balcón cómo una planta regresa al hogar con su maceta a cuestas, dudo seriamente que lo que hayas comprado sea un geranio. Haz el favor de comprobar si no se trata más bien de un ejemplar de cannabis sativa, vulgarmente conocido como marihuana. Si tras la comprobación confirmas que es un geranio, y lo ves transitar por la ciudad con el tiesto al hombro, te recomiendo otra planta, concretamente la planta de psiquiatría del hospital más cercano.

Reconozco que han sido muchos los escritores aficionados al consumo de sustancias psicotrópicas. Y es muy posible que así reforzaran sus conocimientos, pues de ellos se ha dicho que en todas las materias estaban muy “puestos”. Pero piensa, querido compadre, que alguno de estos devotos de San Canuto bien pudo ser un académico de los que secuestraron la tilde del sólo y ahora la han reintegrado a su lugar. Por cierto, sobre esto no admito disidencias. Sólo con tilde siempre que sea solamente o te dejo solo. Espero haber sido claro.

Volviendo a la botánica, la afición por la hierba puede acarrear efectos adversos. Que se lo digan, si no, al piloto del helicóptero de la Dirección General de Tráfico que esta semana ha estampado la aeronave en Madrid y que ha dado positivo en el control de cocaína y metanfetaminas. ¡Un drogata al mando del helicóptero que controla el trafico! ¿Pero el tráfico de coches o el tráfico de drogas? me preguntaba yo. No me dirás que en el país donde los trenes no caben en los túneles, esta historia resulta de lo más normal. Cuando escribo estas líneas, leo que en el aparato viajaba además un tripulante no autorizado, la mujer del operador de cámara del helicóptero, que tras el accidente huyó a pie, igual que el piloto, antes de que llegara la Guardia Civil. Imagino la escena, al acudir la benemérita y encontrarse a un único señor al lado del aparato siniestrado, encogido de hombros y diciendo: “yo estaba dando un paseo por el campo y de pronto me cayó un helicóptero vacío encima”. Pues eso, otro tipo sobre el que habría que averiguar qué tipo de plantas cultiva en casa.

En Madrid no ganamos para sustos. El martes, el alcalde la volvió a liar. Se disponía el regidor capitalino a inaugurar un pabellón de gimnasia artística, cuando, para sorpresa de todos, se empeñó en probar las camas elásticas. La tragedia se mascaba en el ambiente desde el momento en que el primer edil empezó a dar botes, cada vez más altos, hasta que salió proyectado hacia arriba, describiendo una trayectoria elíptica descendente, que a punto estuvo de convertir en literal eso a lo que llaman salto mortal. Con Almeida, todos los deportes son de riesgo. Uno de los monitores de la instalación intentó atrapar en vuelo al alcalde para evitar el jardazo, como el portero que se lanza a bloquear el balón, aunque lo único que consiguió fue caer él también sobre la montaña de colchonetas dispuestas ante la previsión de catástrofe municipal. Almeida finalmente emergió de entre los parapetos salvavidas con la sonrisa y la emoción de un niño que quiere repetir la experiencia. Su propio equipo de seguridad logró impedirlo.

En fin compadre, en esta nueva etapa como aficionado a la jardinería te deseo suerte y éxito. O mejor, le deseo suerte a las plantas mientras se consuma tu éxito. Lamento no poder acompañarte en la aventura, pero mis conocimientos sobre la flora se limitan a cierto escarceo amoroso de juventud con una muchacha así llamada, Flora, a la que yo cantaba aquello de “tu nombre me sabe a hierba”.

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