Opinión

Fiesta de despedida en O Couto

Punto y final a una nueva temporada en el fútbol ourensano. El Arenteiro y el Polígono cerraron un año de fútbol que vino acompañado de emoción, tensión y la nunca olvidada polémica. Y lo hicieron en una final que sirvió como colofón a la buena campaña de ambos equipos. Pero un choque que, ante todo, fue una fiesta para ambos conjuntos y en el que reinó el buen ambiente. Algo destacable; no sería la primera vez que un choque de estas características acaba con incidentes.

El tiempo acompañó en una jornada en la que ambas aficiones dieron mucho colorido a un O Couto que por un día fue amarillo y verde. Unas camisetas personalizadas para dar apoyo a unos jugadores que notaron el aliento de sus aficionados desde que saltaron al calentamiento y sobre todo en los momentos de apuros que pasaron en el transcurso del choque.

Dos aficiones de diez que fueron el jugador número 12 de ambos equipos y que pusieron también el sonido del encuentro.

No faltó el sufrimiento tampoco. Ni en jugadores, ni en cuerpos técnicos, ni en la grada. Y es que el 1-0 dio pie a pensar en una posible prórroga que hubiera sido un golpe duro para las pesadas piernas de los protagonistas. La temporada llegó a su fin y las energías eran las justas. Aguantó el Arenteiro y logró reconquistar un título que ya se llevaron a sus vitrinas la pasada campaña. Premio merecido a una temporada increíble que permite afrontar el año que viene con optimismo.

El subcampeonato se lo llevó un Polígono al que le faltaron las fuerzas pero no la ilusión que te da pelear por un trofeo. Por momentos apretaron a los de Manel Vázquez, con el mérito que ello conlleva. No dejaron de luchar y a falta de título, se llevaron una más que ganada ovación por el esfuerzo mostrado a lo largo del choque. Una derrota que no resta en una campaña que tuvo en el ascenso su principal premio y que sirve para que el próximo año sumen nuevos retos y más ilusión.

Se despide el fútbol provincial. Y lo hizo con lo de siempre: ilusión, esfuerzo, tensión, sufrimiento, alegría y tristeza. Un cóctel que no defrauda y mucho menos en una final en la que ambos lo dejaron todo. 

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