Opinión

CIBERJÓVENES

Hace unos días conocimos los dos últimos estudios elaborados por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género: 'El ciberacoso como forma de ejercer la violencia de género en la juventud: un riesgo en la sociedad de la información y del conocimiento' y 'La evolución de la adolescencia española sobre la igualdad y la prevención de la violencia de género'.


Sus conclusiones son preocupantes, pues arrojan unos datos donde queda de manifiesto el alto grado de ciberacoso que afecta a nuestros jóvenes. Whatsapp, Tuenti y las llamadas al móvil son los medios más frecuentes para enviar y recibir mensajes insultantes o amenazantes, como forma de ejercer la violencia de género. También se constata que el joven tiene una percepción del riesgo muy baja, pues más de uno de cada cuatro adolescentes (el 28,1%) no consideren conducta de riesgo responder a un mensaje en el que le insultan, y una proporción similar asegura que colgaría una fotografía suya que sus padres no autorizarían.


Otra información que se desprende entre la población objeto de dicho estudio, es que el 25% de las adolescentes y el 36% de los chicos no consideran muy o bastante peligroso responder a un mensaje en el que alguien que no conoce le ofrece cosas. Además, el 5% de las chicas y el 16% de los chicos no estiman peligroso colgar una foto suya de carácter sexual; de hecho, el 1,1% de las jóvenes y el 2,2% de los chicos reconocen haberlo hecho en alguna ocasión.


Es obvio que a la vista de este informe, se deduce una situación preocupante en cuanto a ese nuevo hábitat de nuestra juventud como es Internet y todas las nuevas tecnologías de la comunicación y de ahí la necesidad de que los padres ejerzan esa tarea que como responsables de su educación les corresponde, como es ocuparse de conocer los entornos de sus hijos, sus círculos de referencia, sus comportamientos?


Hablar con ellos para conocerles mejor. Esa es la máxima. Porque educar a un hijo no es cuestión de una programación horaria. Es mantener un diálogo abierto en todo momento. De esa manera, los padres saben mejor a qué atenerse. Y de esa buena educación que reciban, sabrán cómo comportarse socialmente y ello afecta a su forma de vida.

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