Opinión

75 años del desembarco en Normandía

Se cumple el próximo 6 de junio y fue el inicio de la caída de uno de los monstruos del siglo XX. Para el otro tuvimos que esperar hasta el 9 de noviembre de 1989, aunque aún quedan algunos coletazos de ambos.

Inicialmente estaba previsto el día 5, pero el mal tiempo lo pospuso, algo que ayudó ya que los alemanes no creyeron que los aliados se atreviesen, e incluso lo esperaban en la costa más arriba, puesto que era más fácil y los aliados para engañarlos hicieron una prueba de desembarco.

Por fin, y sin explicación alguna por la BBC y sin encriptar, sin que aún hoy nadie se lo explique, se envío el mensaje a la Resistencia francesa, una poesía de Paul Verlaine: “Les sanglots longs des violons de l’automne/ blessent mon coeur d’une langueur monotone” (“Los largos sollozos de los violines del otoño/ hieren mi corazón con una monótona languidez”), lo que desató la mayor acción bélica de la historia a lo largo de unos 90 kilómetros. Se eligió el puerto de Arromanches para el mando central y la construcción de un puerto para recibir a lo largo de los días siguientes material pesado, y cinco playas con el nombre clave: Utah y Omaha (de 8 metros con un acantilado vertical básicamente de arena estando en la cima las unidades alemanas; las bajas aliadas fueron 2.500) para los estadounidenses; Sword y Gold de los británicos, y la playa Juno, lugar de desembarco de los canadienses y otras tropas. Para honrar esta hazaña siguen conservando este nombre.

La “operación Overlord” se inició a las 06:30. En las primeras 24 horas llegaron 4.000 lanchas de desembarco, 600 buques de guerra, 2.000 aviones y 160.000 soldados en su mayoría estadounidenses y británicos, además de tropas y voluntarios canadienses, franceses, checos, polacos… y españoles. Horas antes, en la noche y detrás de las tropas alemanas, se lanzaron 25.000 paracaidistas. En el lado alemán, unas 70.000 tropas. Los cementerios de ambos lados aún se pueden visitar e impresionan.

No se alcanzaron los objetivos previstos, pero sí lo suficiente para llegar a París, superar la batalla de las Ardenas y, tras bombardear y destruir la mayor parte de las ciudades alemanas del oeste, terminar la guerra con el suicidio de Hitler y con buena parte de los altos mandos juzgados en Nuremberg.

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