Opinión

Hastiados

Compruebo que han cambiado los puntos cardinales que aprendí en la escuela, ahora limitamos con corrupciones de un signo, el otro y de más allá, e incluso sin límites en las provincias (Púnica, ERE, Gürtel, Palau, cursos formación, ITV, Pokemon, tarjetas “black”, y así hasta más de 1.600 procesados o imputados, sin remontarnos a Filesa). Hemos llegado demasiado lejos, no valen palabras, ni condenas, ni pedir perdón, no basta con personarse en las causas de presuntos fraudes en subvenciones, concursos, cursos de formación, etcétera, hay que abandonar las estructuras actuales, la política económica, el sistema vigente.

No son suficientes los retoques en leyes, ni legislando para que desaparezca la corrupción, pues vemos que aun dentro de la vorágine en la que nos han metido se sigue permitiendo que ciertos políticos y partidos estén por encima de todo, que para acallarlos se hagan leyes y propuestas de cambios en la Constitución para que ciertas comunidades autonómicas tengan más privilegios que otras, y si eso no va acorde con lo que quieren las bases, se prepara otra ley para que al final sea lo mismo. Hay que concienciarse que lo que tene- mos no sirve, precisamos igualdad, pero también libertad y democracia.

Pongamos el contador a cero, repensemos todo el enmarañado de Administración existente, limitando los mandatos y la acumulación de sueldos, con órganos reguladores, de inspección y justicia independientes, haciendo real la separación de poderes escrita por Montesquieu en "El espíritu de las leyes" (1747). Que los partidos que presumen de afiliados y simpatizantes que reúnen todos los fines de semana en diferentes lugares sean los que los sostengan con sus aportaciones, con cuentas y aportaciones claras y auditadas por organismos oficiales.

Propuestas que conducen a un cambio constitucional que debe ir acompañado de una ley electoral donde un ciudadano sea un voto. Todo ello sin ningún "líder" ni "césar" que nos diga el camino. El pueblo sabe cuál es. Y reitero una vez más, sin dejarnos llevar por ideas presentadas como panaceas que resuelven todo, aunque no aportan nada nuevo a la humanidad salvo la modificación de unas palabras por otras, pero que nos van a empobrecer aún con más recortes, incluidos los de la libertad.

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