Opinión

Lengua de serpiente

Ilustración. Alba Fernández
photo_camera Ilustración. Alba Fernández

Jueves, 6 de julio

Qué barbaridad, hermano lector. Pronto arranca en Mallorca, con una banda casi milagrosa mi compadre Miguel. Quizás estuviste en el Couto en aquel 27 de agosto de 1983 cuando con Luz, Leño y aquellos acrobáticos motoristas, actuó Miguel Ríos en un concierto arrebatado que terminó con fuegos artificiales. A lo grande.

Ya conté del concierto conmemorativo, cuarenta años después, en el WiZink Center el 11 y 12 de marzo de 2022. Esa vieja palabra tan gastada, ‘alucinante’, en este caso es cierta. A los viejos roqueros que estábamos allí nos hizo llorar. A las nuevas generaciones, hijos y nietos del rock&roll te juro que los estremeció. Cielo santo, en el escenario estaba la misma banda de aquel hechizante 83. Tuve la sensación de que acudieron al escenario dos músicos que seguro acompañan ahora a Jimi Hendrix allá en el paraíso: el batería Sergio Castillo y aquel guitarrista tan brillante, músico de cabecera de Miguel, el inolvidable Paco Palacios. Echamos de menos la Fender Stratocaster de Salvador, con el que compuse ese tema ‘Banzai’. La anécdota es que un joven de dieciocho años tocó en homenaje a Sergio Castillo con su mismo instrumental y batería.

Esa vieja palabra tan gastada, ‘alucinante’, en este caso es cierta. A los viejos roqueros que estábamos allí nos hizo llorar

Pero hermano lector, quiero hablarte del disco conmemorativo ‘Rock&Ríos. 40 años después’. Brutal. La grabación hecha en el WiZinc Center con Miguel rodeado de músicos invitados. Una celebración. Todos los temas suenan de una manera diferente. Magistral, sí señor. Te invito, lector, a que escuches ‘Extraños en el escaparate’ con la participación de Vetusta Morla. Tan remozado, tan intenso, tan de verdad.

Ya en su concierto acústico, no hace tanto en Celanova, el tío aguantó dos horas y media en escenario como un roquero auténtico. Qué tristeza, esta gira que arranca en breve no pasará por Ourense. Sólo habrá un concierto en Galicia, en A Coruña el 16 de noviembre.

Del Roc&Ríos del 83 se llegó a vender casi un millón de discos, el más vendido del rock español. El conmemorativo no deja de sorprender a sus seguidores.

Viernes, 7 de julio

En la tertulia hablamos de Javier Krahe, ese cantautor injustamente olvidado y que yo conocí allá a finales de los setenta en aquel mítico local, La Mandrágora, allá en la Cava Baja. Un local en cuyo sótano nos apretábamos los progres de entonces. Un infernal olor a tabaco, alcohol a tope en las mesas, un pequeño escenario. Ay, allí empezó su carrera Sabina, que llegaba de Londres un poco despistado, muy poético y libre.

En la tertulia hablamos de Javier Krahe, ese cantautor injustamente olvidado y que yo conocí allá a finales de los setenta en aquel mítico local, La Mandrágora, allá en la Cava Baja

Qué tristeza, están olvidados aquellos cantautores contestatarios como Chicho Sánchez Ferlosio o Alberto Pérez. Todos se inspiraban en aquella generación de franceses como Brassens. Pero quiero recordar a Krahe cuando allá en el 82 con su canción “Cuervo ingenuo” se opuso a nuestra entrada en la OTAN. Entonces todos cantábamos: “Hombre blanco hablar con lengua de serpiente / Cuervo ingenuo no fumar / La pipa de la paz con tú, / ¡Por Manitú!”.

Ay, viene a mi cabeza aquella conversación con él después de un concierto, ya muy maduro. En un café, hablamos de la vida. Lo que me dijo hace diez años, lo podía haber dicho ayer. Dio un sorbo grande a su vaso y me espetó: “Se me caen los pétalos de mi frente de tanto desencanto, de tanta corrupción, de la falta de honestidad del poder. Lo jodido es que todas estas cosas me van haciendo peor persona y más cabrón”.

Recuerdo que caminamos juntos al salir del bar y era inevitable que le preguntase por Joaquín Sabina. Ambos se iniciaron juntos en La Mandrágora. Asomó su risa irónica: “Tratamos de llevarnos bien pero ahora tiene almorranas porque se le ha metido la cumbre por el culo…”

Cierto es que cuando le preguntaron a Joaquín, dijo: “Nunca fue joven, siempre fue viejo”.

Te invito a escuchar aquel disco del 81, ‘La Mandrágora’, en que Javier, Joaquín y Alberto grabaron con pocos medios en aquel cubil de la Cava Baja. Javier interpreta un par de versiones de Brassens y temas propios. Sabina graba por primera vez su tema ‘Pongamos que hablo de Madrid’.

(Krahe adoraba cantar en garitos y huía de los conciertos multitudinarios. Cantaba como contando confidencias. Amaba la literatura. Leyendo a Juan Ramòn Jimenez, se obsesionó con el verbo “sonllorar”. “Tengo que meter este verbo en alguna canción”, dijo. Lo logró en la canción ‘Agua de la fuente’: “Canto de la fuente. en mi alma sonora, / a veces sonríe y a veces ‘sonllora”).

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