Opinión

Sánchez el castigador

Itxu y Quero.
photo_camera Itxu y Quero.

Querido compadre Itxu:

La verdad es que es un gusto leerte. Le animas el día a cualquiera. Después de ojear tu carta dos veces (la primera no me había limpiado las gafas y no entendía nada) me siento mucho mejor. Tu misiva me ha llevado a no poder asegurar si vivo en la España del 2022 o en el Belgrado de 1914. Pero no voy a caer en la tentación de matar al mensajero. Dices la verdad, y esto es meritorio tratándose de ti. Actualmente, y comparado con España, el averno se antoja un destino ideal de vacaciones. Incluso empieza a hacer ya más calor aquí que allí, pues está apretando tanto el sol que, esta tarde, al salir de casa, he visto una lagartija dándose crema protectora.

Y aunque el mal de otros no sirva de consuelo propio, te diré, compadre, que algunos lo tenemos aún peor. Concretamente, los que residimos en la Comunidad de Madrid. A los innumerables riesgos que supone vivir en el parque temático del Sanchismo, compartidos por todos los españoles, los de Madrid hemos de sumarle uno más: el castigo de Moncloa por haber elegido a Ayuso presidenta. A los madrileños ya nos ha amenazado con obligarnos a pagar un impuesto extraordinario por ser la capital. En el reciente reparto autonómico del botín presupuestario, a los de aquí nos ha tocado una peineta. Y el último escarmiento, esta semana, ha sido la exclusión de Madrid como sede de la Agencia Espacial Europea propiciada por la banda de Sánchez.

Ayuso es una china en el zapato de Pedro el Guapo. Le increpa, le canta las 40, le hace frente. Vamos, como si fuese una ministra de Podemos, salvo que su pelea es sincera, total, sin tregua, inagotable. No consiguieron frenarla las consignas de su propio partido ni las conveniencias, ni las connivencias, políticas. Habla el idioma de la gente normal y, aunque a veces no piense lo que dice, siempre dice lo que piensa.

Para muestra, un botón. Te diré, querido Itxu, que Madrid será la única Comunidad que lleve a los tribunales la Ley de Educación perpetrada por este Gobierno, esa que luce el nombre de su autora, Isabel Celá, a quien Occidente debe el célebre pensamiento: “los hijos no pertenecen a los padres”. La nueva norma es fiel al principio de que la Historia no la construyen los siglos, sino las siglas, impulsa el analfabetismo en distintas lenguas, la igualdad de ignorantes e ignorantas y considera que, si a los políticos les regalan los masters o los doctorados, es justa correspondencia conceder el título de bachiller a quien no haya aprobado todas las asignaturas. En este país ya hemos normalizado que el fin fundamental de una ley educativa es empeorar lo que ya había empeorado la anterior. Y ésta, cómo no, cumple el requisito. Supongo que el objetivo es promover un páramo intelectual huérfano de pensamiento crítico más allá de las consignas y lo políticamente correcto. Lo que viene siendo la España de Sánchez, esa que tu describes, esa en la que deambulamos, la que sufrimos, la que pagamos. Al menos no se ha proscrito el castellano en las escuelas de toda España. El PSOE se ha limitado tal daño a Cataluña. De momento.

Hay una única cosa más cara que la educación: la ignorancia. En especial, la histórica. No saber de dónde venimos nos hace desconocer hacia dónde vamos. Así, España transita del pasado imperfecto al futuro indefinido. Veremos lo que consigue Ayuso, aparte del castigo de Sánchez a Madrid. No creas que soy muy optimista, por mucho que acuda hasta el Constitucional, pues ya hemos aprendido que la Constitución es como el catálogo de Ikea: lo que se monta cada uno raras veces se parece a los artículos que hay en sus páginas.

Te puede interesar