Opinión

ANTE LA BAHÍA DE HANAUMA BAY

Las seis horas de vuelo desde Los Ángeles a Honolulu transcurren con rapidez. Todas las ventanillas están bajadas para que no entre la claridad porque la mayor parte de los pasajeros han decidido dormir. Algunos que están despiertos ven la película que proyectan en el avión, otros la de su portátil, y, los menos, estudian o trabajan con su ordenador. Durante el vuelo solo nos sirven gratis bebidas no alcohólicas (agua).


El avión aterriza a las 21,10 horas del sábado 22 de octubre. En el aeropuerto internacional de Honolulu, por el clima tropical, a esa hora de la noche, la temperatura es de 27º. Los pasillos que conducen a la zona de recogida de equipaje están abiertos al exterior. Muchos viajeros hacen fotos de la fachada del aeropuerto. Después de recoger la maleta, un policía vuelve a pedirme el pasaporte.


La mayor parte de las personas llevan camisas o camisetas hawaianas. Un taxi me lleva al hotel Hilton Hawaiian Village, en Waikiki, nombre que significa chorros de agua, barrio turístico donde se concentra el 90 por ciento de los hoteles de Honolulu. La playa de Waikiki, con cocoteros, de arena blanca y aguas cristalinas, es una de las preferidas de los surfistas ya que las olas pueden alcanzar los 9 metros. El hotel es una fortaleza turística con múltiples torres y 3000 camas. La recepción es exterior, con una cubierta para proteger a las recepcionistas y a los huéspedes de la lluvia. Las guapas recepcionistas llevan cintas y collares hawaianos en la cabeza y en el cuello. Ya es de noche cuando entro en la habitación, que, como todas las de los hoteles americanos, tiene todo lo indispensable y nada superfluo.


Por la mañana temprano, en un autobús conducido por una nativa hawaiana, voy al Centro de Convenciones donde se celebra la Reunión Anual del Colegio Americano de Tórax. La mayor parte de los congresistas visten de esport, con camisas hawaianas y bermudas. Muchos son norteamericanos pero también hay japoneses, chinos, sudamericanos y europeos. Este año en el programa científico hay mayor participación de neumólogos chinos; también en esto se nota la pujanza de China.


Al llegar al hotel por la tarde descanso, leyendo, en una de las piscinas del hotel o en la playa Kahanamoku, que está contigua a la piscina. La temperatura del agua del mar es mejor que la de las playas de nuestras Islas Canarias. Algunos días llueve, no más de unos pocos minutos, y el agua que cae del cielo, caliente como la del mar, viene muy bien para refrescarse. El miércoles, al terminar el congreso, con una guía de Oahu que compré en España por internet, programo las actividades de ocio hasta el domingo.


El archipiélago polinesio de Hawai, conocido como las Islas Sándwich, es de origen volcánico y está situado en el Océano Pacífico. Se compone de ocho islas principales. Honolulu, la capital, pertenece a Oahu, y Hawai, conocida como Big Island, es la más grande de las ocho.


El jueves por la mañana alquilo un coche pequeño con GPS al lado del hotel. El tráfico en Honolulu es muy intenso pero consigo salir rumbo al este para visitar en primer lugar Hanauma Bay, una bahía y reserva natural donde la mayor parte de la gente acude allí por la mañana para pasar el resto del día. La bahía de Hanauma es un cráter volcánico extinto situada al sudoeste, a pocos kilómetros de Waikiki. Este cráter es una de las atracciones de Oahu. Gracias a su apertura hacia el mar abundan las especies de peces de preciosos colores y es un sitio popular para practicar buceo con snorkel. Aquí se rodaron escenas de la película de Elvis Presley, 'Blue Hawaii'. Aparco en lo alto. Para acceder a la bahía tengo que pagar 10 dólares y ver una proyección de vídeo que instruye a los visitantes sobre como respetar la riqueza natural del lugar.


Bajo caminando por una pendiente para llegar a la playa. También se puede hacer en un pequeño autobús abierto y destartalado, pero hay que pagar unos dólares. La playa de arena blanca está llena de gente. Muchos visitantes han traído sombrillas, sillas, y mochilas con comida. Las recomendaciones de las guías que he adquirido es que si uno viaja a Hawai debe llevar cremas solares por el riesgo elevado de quemaduras al tomar el sol. Cinco mujeres jóvenes, rellenitas, se colocan cerca de mí. Abren sus sombrillas, colocan sus sillas, sacan unos enormes bocadillos y coca-colas, y comienzan a comer. Sé desde hace mucho tiempo que engordar no sucede por casualidad.


Las aguas son cristalinas y muchos bañistas bucean con snorkel. Solo con meterse unos pocos metros en el agua ya se pueden ver múltiples variedades de peces multicoloreados. La temperatura del agua es la ideal; se está mejor en el agua que en la arena. Como se trata de una reserva natural, en la playa no hay chiringuitos que sirvan comidas o bebidas. Paso allí tres horas deliciosas y subo la empinada cuesta. Arriba, en el único bar, cubierto por las propias rocas del cráter, tomo un riquísimo perrito y patatas fritas. Me extraña que al dejar el aparcamiento no tenga que abonar nada.


Al dejar Hanauma Bay la carretera es sinuosa y con muchas curvas. En una pequeña recta, bajando, anuncian Halona Blowhole & Cove. Aquí, el agua surge a través de un túnel sumergido en la roca y sale a chorros a través de un boquete en el saliente de la misma. La salida está precedida por un ruido, creado por el aire expulsado por el torrente de agua. Esta acción, que depende la las condiciones del agua, algunas veces es apenas discernible, mientras otras es sensacional. Se debe pasar por alto la tentación, ignorando los signos de alarma, de caminar hacia abajo hasta el respiradero, como lo han hecho algunas personas que fueron fatalmente barridas de la ladera por olas gigantes. Abajo a la derecha está Halone Cove, la playa donde se filmó la ardorosa escena de amor entre Deborah Kerr y Burt Lancaster en la película De aquí a la eternidad. Cuando hay olas altas la playa recibe el apodo de Pounders (Cañones). No hay vigilante. Recomiendan que en esta playa nunca se dé la espalda al mar.




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