Opinión

¿Y ahora qué?

La temporada pasada sólo tuvo como nota positiva la permanencia. El escudo al que se aferró una directiva que se cansó de hablar de un proyecto a largo plazo y de poder planificar y no tener que esperar a renuncias o vacantes como los presidentes anteriores. Una temporada deficiente y una grada mucho más vacía que en campañas anteriores que se daría por bien empleadas si ahora se hacía realidad el paso adelante prometido.

Tres meses para construir que tienen como epílogo el bochorno vivido esta semana. ¡Y lo que queda! Si esta directiva no estaba capacitada, no quería o no podía inscribir al equipo en la LEB Oro está en su derecho, pero no tiene justificación que no pida ayuda o no se aparte para que puedan ser otros los que hagan efectiva la plaza. Si optaron una vez más por trabajar en secreto y de espaldas a todo aquel que pudiese alzar la voz contra la familiaridad impuesta en el club la consecuencia es asumir todo el peso de lo que ocurra. Para bien o para mal.

Si el Consejo asumió el reto de seguir al frente del proyecto no valen excusas. Perder la plaza en la LEB Oro no tiene perdón.

Ahora no sirven las palmadas en la espalda, los abrazos y los sí como borregos en lo que se ha convertido la burbuja infumable que ha rodeado al club y le ha hecho vivir en la mentira. ¿Y ahora qué? Seguro que aún hay alguien de atrás a quién echarle la culpa. Los palmeros y los palmeados quedan en ridículo pero el problema son los aficionados a los que les quiso callar y que ahora no tendrán ni donde gritar. El problema es que al final la verdad siempre sale a la luz.

Te puede interesar