Opinión

Allá y aquí

El verdadero éxito para las personas es saber compaginar, coordinar nuestras vidas pensando en el más allá después de la muerte y la vida cotidiana aquí en la tierra.

El Cielo y el más allá para algunos nada les dice porque para ellos la tierra lo es todo: vida, amor, dominio, placer, dinero… Por eso al dejar esta vida para algunos nace el vacío y la nada total de los agnósticos y de los ateos tal como lo reflejan después en sus deseos para las lápidas funerarias.

Por el contrario para otro grupo la vida de este mundo nada vale y lo único que importa es salvar el alma y la vida eterna. Existen teístas convictos para quienes el cristianismo es individualista y conservador. Estos están reflejados en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles donde habla de los que está parados mirando al cielo. Por eso se les acusa de reaccionarios y de absentismo temporal.

Existe una postura intermedia en la que se encuentran los que guiados por la verdadera esperanza cristiana creen que el Cielo tiene que ser construido en la tierra cada día y en cada actuación personal a través del trabajo, el servicio a los demás y la caridad fraterna, Son estos los que comprenden con sus vidas el mensaje misionero de Cristo que confió a todos en el momento de la Ascensión: ”Id y haced discípulos…”.

Hoy en día el gran problema personal, ya desde la juventud es la falta de una escala de valores, un plan de vida que apuntan algunos. Y a ello se une el que tratamos de cuidar mucho el físico y así están los gimnasios llenos o los paseos repletos de personas haciendo gimnasia corriendo o paseando al perro al que cuidan con gran esmero.

Eso mismo. Se cuida el cuerpo e incluso a las mascotas se las dedican horarios y un sinfín de mimos. Y yo me pregunto si a nuestra vida espiritual le dedicamos el mismo tiempo y los mismos esfuerzos cuando ello debía ser la consecuencia de compromisos adquiridos. Alimentamos muy poco esa vida personal que, en definitiva es lo fundamental. Muchos de los desmanes de la vida actual tienen su raíz en el olvido de esa conciencia que debiera estar bien formada.

Porque al comprobar las actitudes de algunas personas precisamente en lugares que se dicen progresistas a uno le acechan las dudas sobre su formación humana personal. De lo contrario sería difícil explicar esos asesinatos colectivos que desgraciadamente acontecen con más frecuencia de la deseada.

Sería necesario recordar que la unidad entre el allá y el aquí es indisoluble. Aquel futuro se va labrando poco a poco en este aquí diario y en la medida en que sea correcto será más feliz el allá. Lo dice claro la célebre poesía de Pemán: “… decid, si preguntan donde, /que Dios está sin mortaja/ en donde un hombre trabaja/ y un corazón le responde”.

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