Opinión

Dejarse aconsejar

Qué difícil es y que mal se entiende muchas veces lo que significa el consejo! Algunos se niegan a recibirlos y otros desconocen que un consejo nunca es una imposición. También, y por eso, nunca deben darse consejos a quien se niega a pedirlos aun cuando los necesite. Me impresionaron en este sentido las declaraciones de Marc Márquez, con cinco títulos mundiales como piloto de motociclismo: “A los jóvenes les diría que se dejen aconsejar por la gente de confianza y con experiencia que les rodea. Es la mejor forma de aprender de los errores y así mejorar”, afirmaba.

Y además lo hacía con humildad: “Todo se puede mejorar. Evidentemente, cuando terminas un año como campeón del mundo el balance siempre es muy positivo, pero esta temporada también hemos cometido algunos errores que nos servirán para mejorar en 2017”. Y acaba con otro consejo interesante: “La paciencia también es una buena herramienta para solucionar los problemas y llegar al éxito”.

Interesantes ideas venidas de una persona acostumbrada al triunfo y a ocupar los primeros puestos. Bien el consejo y muy bien la paciencia. Porque hoy en día con la velocidad de vértigo en la que vivimos, la gente ni escucha, ni tiene paciencia. Anhelamos lo novedoso, las cosas nuevas y las experiencias que van surgiendo y muchas veces algunos se dejan arrastrar por las vivencias sin contenidos que acaban en fracaso. Posiblemente Marc Márquez ha llegado a sus conclusiones después de haberse curtido en los avatares de la vida diaria.

Algunas veces somos propensos a dejarnos guiar por impulsos momentáneos marginando a los que van delante y de cuya experiencia muchas cosas podríamos sacar grandes enseñanzas. Es, la precipitación en las decisiones, un fruto de la adolescencia.

Recuerdo muy bien a un hijo de un militar que allá por los años setenta ponía a su padre de vuelta y media llamándole carca, dictador y otras lindezas. Se negaba casi siempre a obedecer sus órdenes, que eran consejos salidos de la experiencia. Los demás hermanos también, al hablar de su padre, le dedicaban improperios porque tenía un horario y exigía unas normas en su casa y en su comportamiento. Les solía decir, y yo lo oí muchas veces, que mientras viviesen en casa habrían de seguir las normas. El buen e intachable militar, con quien me unió una gran amistad, por ley de vida se murió sin dar trabajo a sus hijos. Se fue a una residencia porque nunca quería ser una carga para sus muchos descendientes.

Pues bien, ahora conozco a aquellos hijos siendo ya padres e incluso algunos abuelos. ¡El tiempo pasa! Estando yo un día en casa de aquel “rebelde” de antaño vi cómo trataba a sus hijos hoy, nietos de aquel militar. Me sorprendió porque los trataba justo con el mismo estilo del abuelo. Se lo dije y me respondió: “Cuanta razón tenía mi padre y ahora yo trato de imitarlo”. Tal vez a los jóvenes hoy les cuesta admitir lo que mañana tratarán de cumplir que es el ejemplo y consejo de los mayores.

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