Opinión

Día grande y olvidado

En este día, cincuenta después de la Pascua de Resurrección, se celebra una solemnidad muy grande. Es el día en el que nace la Iglesia, es Pentecostés. Un domingo que para algunos pasa poco menos que desapercibido. Es la Venida del Espíritu Santo, la tercera persona de la Santisima Trinidad, tan Dios como el Padre y como el Hijo, como reconocieron los concilios cristológicos de los siglos IV y V. Nicea, Constantinopla, Calcedonia e incluso Éfeso fijaron la doctrina que se ha mantenido a lo largo de los siglos. Acaso porque tanto al Padre como al Hijo les reconocemos con figuras más o menos humanas, nos olvidamos al Espíritu Santo, al que se le representa secularmente con la figura de una paloma. Pero las tres personas divinas tienen la misma dignidad y la misma naturaleza. E incluso la presencia de las tres en medio del mundo se lleva a cabo sobre todo por medio del Espíritu Santo, que es el motor y guía de la Iglesia.

Por eso en los grandes momentos solemnes de la Iglesia, sin olvidar el cónclave que elige a los papas, se entona el célebre “Veni Creator” que es el canto al Espíritu Santo. Cuando se confirman aquellos a los que preparo, siempre, mientras entran y se sientan en sus lugares, les pongo el himno que siempre logra un silencio en todo el templo y gran recogimiento en los confirmandos. Pese a quien pese, el gregoriano sigue siendo el canto más logrado de la Iglesia. Además a Él se debe la diversidad de carismas como recuerda San Pablo quien afirma que actúa en todas partes.

Con este día acaba el tiempo de Pascua durante la cual también ha actuado su influjo por eso la Liturgia cristiana recuerda la indisoluble unidad entre la Pascua de Resurrección y la solemnidad de hoy. Así, en una de las primeras apariciones de Cristo a los Apóstoles les dice ya: “Recibid el Espíritu Santo; aquellos a quienes les perdonéis los pecados les quedarán perdonados y a quienes los retuvieseis les quedarán retenidos”. 

Resume muy bien el célebre canto la realidad perenne de la Tercera persona de la Santísima Trinidad: “Ven, Espíritu Creador,/ visita las mentes de los tuyos;/ llena de la gracia divina/ los corazones que tú has creado./ Tú, llamado el Consolador,/ don del Dios Altísimo;/ fuente viva, fuego, caridad/ y espiritual unción./ Tú, con tus siete dones,/ eres fuerza de la diestra de Dios./ Tú pones en nuestros labios tu palabra./ Enciende tu luz en nuestras mentes,/ infunde tu amor en nuestros corazones,/ y, a la debilidad de nuestra carne,/ vigorízala con redoblada fuerza./ Al enemigo ahuyéntalo lejos,/ danos la paz cuanto antes;/ yendo tú delante como guía,/ sortearemos los peligros./ Que por ti conozcamos al Padre,/ conozcamos igualmente al Hijo/ y en ti, Espíritu de ambos,/ creamos en todo tiempo”.

Te puede interesar