Opinión

Dominar la tierra con las tinajas

El tema del que hablábamos el pasado domingo creo que es de tanta importancia que merece la pena, digo yo, volver sobre lo mismo desde otra perspectiva, pero con el mismo fondo. Estoy plenamente convencido de que la marcha de este mundo depende de cada uno. La frase célebre del presidente Kennedy es certera. Nos destruimos plenamente clamando para que el Estado haga todo por nosotros y olvidamos la parte que nos toca en la buena marcha del mismo.

Ya en las primeras páginas de la Biblia queda claro. Aquello de “dominad la tierra”. Tras la creación es algo fundamental aun cuando muchos lo olvidan. A todos los niveles el quehacer diario de cada uno debe ir encaminado a una seria reflexión sobre la responsabilidad que a cada cual le toca en la buena marcha del universo en el que vivimos. A todos los niveles: personal, familiar, social, político, medio ambiente… Todo ello será bueno o mucho mejor en la medida de nuestra responsabilidad.

Y, volviendo al libro más leído del mundo, nos encontramos en el Nuevo Testamento cómo en las Bodas de Caná el agua se convirtió en buen vino únicamente cuando los criados pusieron todo de su parte. Es decir, llenaron aquellas tinajas “hasta arriba”, a tope. Solo después aquella simple agua llamó la atención a la concurrencia por su delicioso sabor. Mandaron a los criados que llenasen aquellos recipientes y ellos, responsablemente, los llenaros “hasta arriba”, sin cicatería ni vagancia.
Estos dos principios bíblicos que acabamos de citar, vendría muy bien tenerlos presentes cuando estamos al comienzo de un nuevo curso. Unos trabajan para conseguir un título, otros porque les obligan, aquellos porque “es lo que toca”, pero acaso pocos se plantean su servicio a la comunidad, su aportación para que este mundo sea un poco mejor cada día. Es el gran problema de la sociedad actual. Cada uno va a lo suyo importándole un bledo lo que su entorno necesita. Incluso los organismos internacionales barren cada uno para su lado, en suma aquello de “unusquisque quae sua sunt”. Y así nos luce el pelo.

Incluso la tan cacareada globalización nunca se olvida de proteger a cada uno. Se habla de la unidad europea. Pero, si somos sinceros, ¿de qué unidad estamos hablando? Habrá unidad monetaria, habrán desaparecido las fronteras pero, en el fondo ¿tenemos un sentir común? Tengo mis serias dudas y es así como ha surgido el “brexit”, y por este camino surgirán múltiples soluciones similares. Y todo ello porque ese progreso al que debe ir encaminado el dominio de la tierra y el llenar plenamente nuestras tinajas, nunca llegará si nos olvidamos que somos un elemento del engranaje común y en el que debemos esforzarnos cada uno. Colaborar en suma.
El mundo lo tenemos en alquiler y por desgracia menos tiempo del que desearíamos, y solo los valientes que sean capaces de arrimar el hombre podrán llevarlo a buen puerto.

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