Opinión

Fobias religiosas

Atravesamos una época de grandes convulsiones que ni las religiones se salvan. Por doquier persecuciones, asesinatos y vejaciones en gran parte motivos religiosos. Contra personas inocentes y predicadores de paz y entendimiento. Recientemente se han reunido en Madrid representantes de católicos, judíos, evangélicos y musulmanes contra los ataques a la religión. Una de las frases que hicieron públicas fue: “En España se profanan templos y símbolos con total impunidad y tolerancia. Las ofensas contra los sentimientos religiosos gozan de tolerancia social incomprensible”. Una reflexión en común entre representantes de religiones mayoritarias que constatan con dolor un espectáculo bochornoso con provocaciones “que ninguno admitiríamos si la ofensa fuera dirigida contra los sentimientos o valores compartidos de otros colectivos”, afirmaron.

Se habló de mofa y escarnio público de los referentes más sagrados de la fe religiosa de millones de personas, planteándose exigir “respeto mutuo para creyentes y no creyentes ante la escalada de ofensas a los sentimientos religiosos en España”. Publicaron al final un comunicado denunciando la situación: “Los ciudadanos de este país, creyentes y no creyentes, hemos emprendido juntos, desde hace mucho tiempo, el camino sin retorno hacia la convivencia en libertad y en paz dentro del marco de las leyes, el reconocimiento mutuo y el respeto a los derechos humanos”, apunta la nota, que reconoce cómo, en estos años, “hemos avanzado mucho, por ejemplo, en nuestra comprensión de la naturaleza perversa de sentimientos, discursos y actos discriminatorios y de odio por razones de raza, país de origen, sexo, ideología política, orientación sexual o religión”.

Aunque hay leyes civiles para la comprensión y tolerancia “no sucede lo mismo, incomprensiblemente, con la discriminación o delitos de odio por motivos religiosos”. Aluden y denuncian lo sucedido en los pasados carnavales, donde “cristianos, judíos y musulmanes, que con distintas sensibilidades compartimos el respeto o devoción por las personas de Jesús, María y los santos de los textos bíblicos, observamos con dolor un espectáculo bochornoso con provocaciones que ninguno admitiríamos si la ofensa fuera dirigida contra los sentimientos o valores compartidos de otros colectivos”. “Resulta inaceptable -añadían- que pretendan ampararse en la libertad de expresión que no es un derecho absoluto. No puede invocarse para vulnerar otra libertad ni otro bien jurídico protegido por las leyes, como los sentimientos religiosos vinculados a esa libertad, claramente definidos y protegidos en nuestra legislación”.

El comunicado conjunto de estos colectivos religiosos españoles carece de desperdicio y necesitaría una profunda reflexión tanto por parte del Estado como de la sociedad. Vivimos en un llamado mundo de progreso y tolerancia, pero todo ello tiene el límite que marcan las libertades personales, sociales y también religiosas.

Estas actitudes reclaman unas serias y pacíficas respuestas que nunca habrán de pasar por los mismos métodos sino por el respeto mutuo, el diálogo y las sólidas bases de convivencia. Ya ha pasado la ley del Talión que está fuera de toda duda pero sí que sigue vigente la ley de la fraternidad que ya la Ilustración proclamaba llevándola al lema francés. Esto supone –la fraternité- que todos somos hermanos y por tanto hijos de un mismo padre, lo cual, consiguientemente, exige sumo respeto, salvo que algunos pretendan instaurar la ley de la selva, la acracia o instaurar la anarquía. Una cosa es el progreso, la libertad y otra distinta esa rechazable anarquía.

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