Opinión

¡El Seminario!

Como lo hemos oído infinitas veces, muy posiblemente “pasamos” de la frase “el Seminario es el corazón de una diócesis”. Y lo bueno es que la idea es certera y cada diócesis, con su obispo al frente y los sacerdotes también, están llamados a convencer del contenido de la manida frase. Mientras las parroquias y todas las comunidades diocesanas olviden esta ineludible verdad, revelará que estamos lejos de una auténtica pastoral diocesana.

Lo hemos dicho muchas veces. La frase es de Pío XII: “La categoría de una comunidad se mide en el comulgatorio”. Personalmente suelo añadir que también en las vocaciones. Porque en todas las comunidades, parroquiales o centros religiosos debieran tener presente que, además de mirar a la continuidad, es una exigencia de la misma fe.

Reconocemos que vivimos en un mundo muy materialista en el que prima el “tener” sobre el “ser” y por ello a la juventud de hoy se les presenta un futuro en el que el acomodo económico sea el fin a seguir. Craso error, porque el dinero, el confort, el bienestar material nunca otorgan la plena felicidad. Cada uno se realiza y es dichoso en el lugar que le corresponde. Y nunca llegarán a la felicidad y a la realización como personas aquellos que, teniendo vocación de médicos, se hiciesen sacerdotes. Pero también al revés les acompañaría la desazón y desdicha a los que teniendo una vocación a la vida sacerdotal o religiosa se hiciesen arquitectos, médicos o ingenieros por muy remunerados que estuvieren.

Por eso el Día del Seminario es una jornada para sensibilizar a los creyentes. Es una jornada en la que todos debieran tomar conciencia de que necesitamos una escala da valores y que en ella debiéramos pensar cuando, llegado el momento de elegir el futuro, se nos presentan muchas y variadas opciones. Sería un joven poco responsable si se negase a examinar para su vida de mañana todas las posibilidades encaminándose únicamente por derroteros materialistas. Todos estamos para servir a la comunidad. El médico desde su clínica pero también el sacerdote desde su parroquia. Marginar esta idea nunca sería responsabilidad.

En los domingos pasados, tanto el rector del Seminario Mayor como el delegado para las vocaciones expusieron certeramente las líneas a seguir. Porque el Seminario es mucho más que dos edificios erigidos en Vistahermosa. Por eso cuando menos parece un tanto discutible que el Seminario Menor sea un colegio más del que pasan al Mayor pocos o ninguno. Estaría indicando que algo falla. Sé que es dura esta afirmación, pero permítanme que diga lo que siento: el Seminario Menor debiera, eso creo, ser el principal semillero de vocaciones sacerdotales.

Esperemos que los mismos fieles tomen conciencia y que, ante tanta ausencia de vocaciones en la actualidad, este mal se remedie para bien del mismo pueblo.

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