Opinión

La puerta

Sin lugar a dudas, el bautismo, cuya fiesta celebramos hoy, es la puerta y como un “pase” para participar en las distintas gracias que provienen del cristianismo. Los siete sacramentos son signos sensibles y eficaces instituidos por Jesucristo para darnos la gracia. “Sensibles y eficaces”. La bandera es un signo sensible, pero el agua del bautismo además es eficaz porque produce realmente lo que significa. Es decir, lava el pecado original.

El día del Bautismo de Jesús en el Jordán es proclamado Hijo de Dios en carne mortal. Se colocó en la fila de los que se iban a bautizar como uno más; y al igual que en la Transfiguración en el Tabor, dice el Evangelio que se oyó la voz del Cielo proclamándole el Hijo muy amado.

El Bautismo es un don que todos los bautizados estamos llamados a valorar y a cumplir sus exigencias. De ese hecho dimanan todas las demás gracias y privilegios del creyente que desde ese momento está llamado a la santidad, luchando contra el mal, insistiendo en el bien y dando continuo testimonio.

Algunos equivocadamente entienden el bautismo como un peso que los padres pusieron en sus hombros al nacer. A los niños que ni hablan, se les dan las medicinas y la comida porque es un bien para ellos. Del mismo modo, el bautismo es un bien para quienes lo reciben. Así que igual que se alimenta a los bebés y se les cuida sin esperar a su mayoría de edad, lo mismo acontece cuando se bautizan los recién nacidos. Grave error sería creer lo contrario.

Es un don y un llamamiento a la fe ofreciéndosenos la gracia sin pedirla. Es, por tanto, un acto de amor de Dios que desea que todos se salven. De aquí que estamos llamados a asumir libre y conscientemente la condición de bautizados.

Siempre viene a mi memoria en este día la figura de aquel gran obispo fallecido pasados los 100 años, don Damián Iguacén. Fue obispo de Teruel y Tenerife y falleció hace un par de años. Pues bien, él solía decir que cuando iba a su parroquia de origen, lo primero que hacía era dar un beso a la pila bautismal en la que recibió el bautismo. Era un gran liturgista y lamentaba, como muchos así pensamos, que algunas pilas bautismales figuren de “floreros” fuera del templo mientras para el bautizo se utiliza en muchos casos una palangana. ¡Qué triste! Y me resisto a concretar más.

Si damos una vuelta por la ciudad veremos varios casos. En los templos está el altar, el sagrario, también la sede de quien preside, el ambón para las lecturas. Y todo esto lo cuidan muy bien muchos. ¿Hacen lo mismo con la pila bautismal por la que han pasado a lo largo de los siglos tantos feligreses? Ya es hora de que a quien corresponda tome nota. Yo aquí ya lo he dicho muchas veces y claro… ¡ni caso!

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