Opinión

Llamar a las cosas por su nombre

En esto de la enseñanza hay mucha demagogia y un velado temor a ocultar verdades porque es "políticamente incorrecto". Miedo a herir sensibilidades diciendo lo que les gusta oír y ocultando lo que deben oír los jóvenes, buscando a veces el halago creyendo que así se les gana. En las tristemente célebres novatadas portuguesas, uno de los "cerebros" del "invento" lleva 24 años en la universidad sin conseguir aprobar y graduarse...

El tema es preocupante ya que España está a la cola de la enseñanza en Europa y ello hace que sean muchos los que se preocupan y con razón. Se publican estudios en todas partes y, lo grave es que casi siempre inmersos en la ideología política de quien los hace. Se ha constatado algo muy interesante: Los alumnos con beca, por temor a perderla, acaban la carrera 2,1 años antes que el resto, y un análisis cifra en 900 millones anuales el ahorro que supondría limitar la permanencia en las aulas aprobando cada curso sin repetir. El Estado se ahorraría esos 900 millones si todos se graduasen cuando lo hacen los becados. Los becados salen titulados a los 5,2 años, frente a los 7,14 años de media que tardan en terminar sus compañeros (un colectivo de 1.280.000). Por ello se está solicitando en algunas universidades un límite a la presencia de los alumnos en la Universidad.

El sistema público cubre de media a todos los alumnos el 82% de la primera matrícula —depende de cada universidad— y el otro 18% lo aporta el estudiante si tiene recursos, o el Estado para aquellos que se hacen acreedores de una beca. Por eso los expertos recuerdan que todos los estudiantes de grado reciben, como mínimo, el 82% de lo que cuestan sus estudios. Y, sin embargo, los que tienen recursos seguirán aunque repitan asignaturas, mientras que los becados tendrán que abandonar si no consiguen dinero. Estos últimos deben aprobar el 100% de las materias si su carrera es de Ciencias Sociales, o el 85% si es una ingeniería. Para rebajar esos porcentajes a un 90% y un 65% respectivamente, hay que tener una determinada nota. La tasa de abandono de los estudios el primer curso ronda el 19%. Pero entre los becarios, esta cifra está en torno al 13,5%. En el curso 2011-2012, uno de cada tres estudiantes perdió su beca por su bajo rendimiento académico tras el primer año de carrera.

“Quien no está dispuesto a trabajar duro no se matricula en la Pompeu porque sabe que le echan”, afirma Hernández Armenteros. “Hay que exigir a los estudiantes -añade- una dedicación acorde con los medios puestos a su disposición y un razonable rendimiento académico”. Dicen en la Politécnica que está demostrado que el rendimiento en primer curso se reduce cuando no se limita el avance: “Los alumnos repetidores se presentan menos a los exámenes que los de nuevo ingreso".

En el sistema suizo hay dos convocatorias por materia seguidas, y si el alumno no aprueba no puede volver a matricularse y debe optar por otra carrera para graduarse. Solo 32 de cada 100 estudiantes que tuvieron la edad típica para acceder a los estudios se gradúa en España en su año, según los datos de la OCDE.

Es el estudio también un trabajo que debe afrontarse con seriedad y responsabilidad, porque está en juego el dinero del Estado y de cada familia. De lo contrario las consecuencias están a la vista. Suelo afirmar que los alumnos que por desidia, vagancia o irresponsabilidad suspenden están claramente robando al país y a la economía familiar. Bien estará recordar todo esto ahora en el fin de curso académico.

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