Opinión

¿Son tres días?

Tomen nota: estamos viviendo en la cultura del pelotazo, la corrupción, mucha cara, sinvergüenzas, faltos de honradez y otras lindezas que ustedes, con su ágil imaginación, pueden añadir. Increíble lo que está pasando, con lo del perro incluido. Aquí hay de todo como en botica. Me viene a la memoria mi buen amigo Miguel Barreto Jr., que, como muy inteligente que es, tiene un alto sentido del humor. Hace muchos años estaba yo escribiendo sobre un tema similar y le pregunté. Miguel ¿qué titular le pondrías? Sin dudarlo me soltó: "A vivir que son tres días". Pues lo mismito pasa hoy.

Que en medio de la crisis, con rescate de por medio a la entidad, los directivos se gasten a cuenta del maltrecho banco esas cantidades astronómicas, para mí es un delito que debiera ser perseguido y penado. Miles de euros diarios, justo cuando el banco está en quiebra, gastados en fiestas, joyerías, comilonas... cinco millones en efectivo, es de suma gravedad. Incluso por personas de alto rango y a quienes se supone que debieran ser ejemplares porque estaban dentro de la crisis bancaria. Y los impositores sufriendo mientras ellos, con sibilino corte de mangas, les importaba un bledo la situación, estando en juego el pan de las familias.

Se cumple el refrán que algunos andaluces, injustamente, aplican a las de Loja: "La que no es p. es coja y la que no renquea". Lo mismo. Todos cojos o renqueando o haciendo que tantos españoles renqueen viendo como sus economías se ven negras para llegar a fin de mes. Los hechos son claros pero el problema aún es más grande porque está creando esa sociedad que en nada y a nadie favorece: políticos, sindicalistas, empresarios... una larga lista de todos conocida. ¿Quién se salva en la debacle? Voy a comprar una lupa...

Una sociedad sin principios, cultivando el tener y buscando simplemente el bienestar personal sin importarle para nada los que caminan al lado sufriendo. Un auténtico descontrol que se manifiesta en las calles, a las que en masa acude la gente en una protesta y griterío constante muchas veces incomprensible pero que es fruto del malestar general. Una crispación total y absoluta que hace difícil la convivencia e imposible el diálogo. Es el resultado y el exponente claro que ofrece esta sociedad tan ayuna de líderes, desnortada y carente de ideales serios. Falta de contenidos, ideas, generosidad y de visión de futuro. Y lo que está sucediendo en Cataluña con la familia Pujol es un exponente más de la incoherencia más sofisticada. Hasta tal punto que hace bueno el dicho de que "quien a la bodega va y no bebe, por borracho se le tiene". Aquí todos ebrios a la espera de que un mirlo blanco, sin afán de oportunista pescador, aflore sin discursos demagógicos aprovechando el río revuelto.

Se están poniendo todos los ingredientes para que los comicios que se convoquen obtengan unos resultados que nunca serán reflejo cierto de los electores porque la gente acude a las urnas en las que manifiesta su enfado de la única manera que puede, que es votando a quien en el momento se le ocurra. Desaparecen así las ideologías para dar paso a las ocurrencias del momento.

Como decimos, ante esta situación las manifestaciones callejeras son algo normal y esa válvula de escape necesaria. Al personal es ese el camino que le queda aún cuando encrespe la situación. Es así como esas aglomeraciones en gran parte más que ir contra una idea lo que van es por el simple hecho de manifestarse, y armar bullicio, que viene facilitado por la falta de trabajo de muchos manifestantes y que así también ocupan parte de su tiempo libre.

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