Opinión

La patrona de España

Celebramos en este día 8 de diciembre la solemnidad de la Inmaculada Concepción. Una fiesta de siglos que ha congregado al pueblo. Más aún, el origen de esta fiesta y su patronazgo radica en el entusiasmo con el que las universidades y los gremios españoles y portugueses lo han solicitado.
San Juan Pablo II, al visitar Lourdes, afirmaba: “¿Quién más que su Madre pertenece a Cristo? ¿Quién más que Ella ha sido rescatada por Él? ¿Quién ha cooperado a la propia Redención de forma más íntima que Ella a través de su ‘fiat’ en la Anunciación y al pie de la cruz?”. Ella es la Señora del Adviento, la primera redimida.

El lugar que María tiene en la Iglesia sólo puede entenderse dentro del misterio de Cristo como recoge el Vaticano II. Inmune de toda mancha de pecado desde el primer instante de su Concepción, en atención a los méritos del Redentor. Libre del pecado original desde el primer instante y así fue definido el Dogma en la bula “Inefabilis Deus”.

“Cuando se trata de pecados no quiero referirme a la Virgen María”, decía San Agustín. “No hay en Ti, Señor, y tampoco en tu Madre, mancha alguna”, afirma san Efrén. Y Scoto: “Dios quiso, pudo y la hizo Inmaculada en previsión de los méritos de su Hijo”.

En el siglo VII, cerca de Jerusalén, san Andrés de Creta compuso su himno a la Inmaculada y podemos afirmar que desde el siglo VIII se celebra esta fiesta en Oriente y desde el IX en Occidente. Cristo, perfectamente Redentor, “tenía que” haber hallado un modo perfectísimo de redimir a su madre. Todo lo que posee María es por gracia de Dios, como lo afirma la encíclica “Redemptoris Mater”.

En España, ya en el siglo XII, honrábamos a la que hoy es la patrona de la Patria. En Roma, desde el siglo XIV, y desde 1693 es fiesta de primera clase, y desde 1708 se celebra en la Iglesia universal. Llega a ser la gran fiesta de los normandos.

La bula “Inefabilis Deus” no hizo más que consolidar lo que los españoles profesábamos desde siglos y el reino de Aragón con capital influencia. En 1333, Alfonso IV funda en Zaragoza la Cofradía y en 1390 es declarada fiesta en Barcelona que, según el Tribunal de Ciento, “debe ser declarada como ‘diumenge’ y anunciada con tambores y trompetas”. Las Cortes Catalanas del 9 de abril de 1456, con el rey al frente, la declaran como una fiesta mayor, y así continuaron los Reyes Católicos. Carlos III pide y consigue que se declare a la Inmaculada como patrona de España.

En la Catedral de Ourense, el 8 de diciembre de 1651 se hace el Juramento de Defensa de la Virginidad de María. Juraron, en nombre de la ciudad, el corregidor, D. Juan Eras Manrique, y los regidores D. Antonio de Arrojo, D. Fernando Deza, D. Alvaro Salgado y D. Francisco Arjiz, y como notario apostólico el canónigo Bravo de Velasco.

Numerosas las imágenes de la Inmaculada en la geografía ourensana, que por algo es la Virgen y sus incontables advocaciones la que mueve la piedad popular. Hay dos que considero especiales:

La talla de Juan de Juni de Allariz, que es toda una clase de mariología; su mano derecha mira al cielo para indicar que el sol que toca con su mano izquierda y que está en sus entrañas, viene de lo alto. Y la Purísima de Rouzós, bella imagen que tanto veneran mis antepasados y que con “fachones” de paja iban desde los distintos pueblos de la parroquia para celebrar la novena muy de madrugada. Recuerdo muy bien cómo mi bisabuela, con más de ochenta años, nunca faltaba pese a la distancia de más de un kilómetro hasta el templo parroquial. Esta devoción era el sentir del pueblo.

Te puede interesar